martes, 18 de diciembre de 2007

Juventud

Naces del deseo y desembocas
solamente desembocas,
caes, te vas, enmudeces.
solamente te vas,
como hija del tiempo
solamente enmudeces,
con tu aire instintivo
de belleza. Frágil como la vida,
fuiste fugaz eternidad, juventud.

viernes, 7 de diciembre de 2007

Desesperanza poética

Haber vivido con el peso de latitudes agonizantes,
haber nacido en un mundo de pérdidas y ansiedades,
ser para nada, un lamento en la noche sola, acaso
un abrazo verdadero que nos redima de tantas puñaladas.
La muerte a cada paso, en la respiración, en el vientre,
en el corazón advertido de entierros familiares, en la suerte
que nos depara la ceniza, la ceniza con su sentido de polvo enamorado.
Haber vivido con la esperanza a cuestas y comprender, lleno de sombras, su pérdida,
el vacío, la desolación del tránsito sin nadie. Sin amigos, sin aliento, sin mañana.

lunes, 22 de octubre de 2007

Réquiem

Morir, dejarlo todo, abandonar el sufrimiento a través del sufrimiento. El paso de la vida a la muerte, antes y después, el deseo agonizante del espíritu, las sombras de la conciencia, la imperfección más pura, toda la realidad en evidencia a lomos del escepticismo, el dejar de saber, el no comprender el fenómeno de la vida y la otredad. El silencio, la calma tras la agonía, la búsqueda que halla el letargo que nos arrastra, el rayo de la carne buscando a la carne, las últimas guaridas del hombre embarcado en su destino, el golpe de vida, la ilusión taciturna del romántico que navega por su trascendencia, el surco del corazón en busca del alma.

La distancia del que nada posee ni a nadie, tan sólo a su misterio. El cántico espiritual de la tristeza, la alegría, el dolor… esa búsqueda sublime que nos hace perennes en la impermanencia. El abismo de la vida, cultivado de quimeras y visiones, la pobre esperanza del que espera el olvido eterno. Sueños de abandono, renuncias flacas y despertares imposibles, abrazo, abrazo fraternal de comprensión.

Morir, dejarlo todo, abandonar el sufrimiento a través de la desdicha divina del ciclo último, perder el aliento en la emoción plena de la posibilidad. Acertar en el rito de la despedida, aquel que anuncie la elección del corazón fatigado de esperar. Cerrar la puerta, abrir la vida verdadera, la senda intransitable de la esperanza.

Vivir, acechar la respuesta del susurro, despertar, sí, despertar por fin contra la innata pulsión de la supervivencia. Entregar el alma a lo posible, a lo venidero, a lo inescrutable. Quedarse quieto, mudo, insólito ante el nuevo amanecer. No arrastrar las desvencijadas siluetas de un pasado perdido, absorber el futuro en un estado de calma desplegada, resurgir del océano tras el naufragio de la existencia, resurgir amando la naturaleza impropia, la inoportuna necesidad del hambre y la sed. Abandonar el alimento en busca de la verdad del alma.

Salir del samsara una y otra vez, alentando al corazón, el goce de lo humano, la respiración. Perderlo todo, la frágil conciencia, la perpetua consciencia, el árido devenir, la fatal ilusión, el calor. Llegar a la luz última, al frío del camino elegido, el del abandono, la renuncia, el del clamor constante del existir sin existencia.

jueves, 6 de septiembre de 2007

Llegada

Tempestad del corazón, desolación del sentido: una montaña de luz majestuosa recobra el eco de tu vientre renovado, manantial de vida, hora nueva de los ángeles armónicos del alma. Impresión del pasado y del presente, interrogación del mañana. Saber qué serás y qué no serás cubre las horas que pasan sin ser nada, tan solo premonición asustada del venir.

lunes, 27 de agosto de 2007

Alegoría del Sol (I)

En el principio fue Hiperión. El rayo de luz anterior al Sol, la eternidad misma.
El calor del alma es un influjo que sobreviene del Cielo.
El Cielo existe en el Espíritu. En el aliento.
Todo el dolor crece como el Sol, toda la felicidad es su reflejo, la Luna.
Hiperión todo lo observa. Está ahí para saber.
La felicidad es el conocimiento del Alma.
El dolor es el deseo y la ignorancia. Buda es el camino
que nos aleja del fatum o karma. La idea de querer ser Dios es el infierno del dolor.

martes, 21 de agosto de 2007

El viejo Siddhartha

De tanto naufragar su corazón fue tomando la apariencia del hielo. Todo el calor del mundo estaba lejos de sus brazos, cansados de abrirse a la nada. Ahora busca el sagrado Om, al igual que el viejo Siddhartha. Ahora deja caer su cabeza en el río para ahogarse de inmortalidad, para rozar el vértice sagrado de los peces, para sucumbir en el agua de brahmanes acuáticos llenos de luz. Pero le falta el aire y no prosigue el curso del río, sus pies se nutren de lo inmóvil y nada avanza, ni la suerte, ni la fe, ni el sagrado Om, que ya se parece a un grito hueco de orfandad. Amenaza con volver al río, y no sabe lo que significa nadar contra la corriente. Amenaza su naufragio. Sin épica. Sin regreso. Ya todo se va, su espíritu hecho de anhelos, su mirada de búsqueda, su inmensa vacuidad, el vago resplandor de su conciencia. Ya todo se va, el río transporta ruinas de aire, cabellos canos y dorados, manos agitadas, piernas lentas y fugaces. El río se lleva al que fue un día todo lo innombrable, todo lo inmortal… el uno todo de lo eterno. El río se lleva una sombra hecha de cuerpo y de soledad.

lunes, 20 de agosto de 2007

Durante mucho tiempo

Se ha despertado temprano y ha viajado una vez más por el sueño de después. Huele a cenizas y el amanecer parece escarcha, los ojos entreabiertos respiran todavía la penumbra, la voz muda la conciencia o lo que quede de ella. Se humedece el alma de recuerdos, de las noches de ayer y de mañana, de lo que falta para que el corazón culmine sus horas. Es todo una prisión, salvo la esperanza.

domingo, 5 de agosto de 2007

Respiración

Un segundo y el silencio se expande entre tu cuerpo
un segundo y es el alma quien habla en la noche
te dice que has llegado mientras
posas las manos sobre tu vientre
has llegado a ti mismo
y al fin
puedes respirar

Sigue el ritmo del aire
sigue la vida el curso que promete
y tus ojos cerrados ya no se abren
porque siguen el curso de la muerte

viernes, 8 de junio de 2007

Silencio oído

He aprendido que el silencio es mi doctrina.
La voz tranquila de mí mismo es mi silencio,
se mueve sola y yo sonrío al tocarla.

lunes, 4 de junio de 2007

Bohemios

Qué difícil ver el mundo y tener que ser
qué difícil es pasearse por las calles y reírse por dentro de los demonios de allí afuera
qué difícil de sobrellevar es la locura fría del hombre cuerdo
qué difícil lo tendría Baudelaire
en este siglo XXI

El ser sensible del siglo XIX+2


¿Por qué son los burgueses –siempre se ha dicho- las personas más sensibles, aquellos que no tendrían por qué conocer el sufrimiento? Ellos, incuso el público burgués, son los sensibles. Los que ponen los rostros adecuados de la sensibilidad. Unos, naturales. Otros, aprendidos. Imitar un sentimiento es acaso sentirlo, sufrir su imposibilidad, reconocer el fenómeno, también existente, de la insensibilidad. Poner el rostro adecuado de la sensibilidad significa volverse burgués, aunque no refinado.

La insensibilidad no duele, acaso sí. La insensibilidad puede rozar la sensibilidad de un ser sensible y hacerle sufrir. La insensibilidad sensibiliza. Pero lo sensible puede revolcarse, volver desensibilizado. El golpe es mortal. Adecuado. Necesario para la vida. Pero doloroso. El ser sensible es aquel que tiene tiempo para morir.

Pero el ser sensible también vive el mundo y por eso, aprende a desensibilizarse del mundo, para agarrar todo el pragmatismo tan necesario de nuestro tiempo si se desea sobrevivir. Las sociedades imponen su razón y el hombre las acata porque es su deber como hombre aunque sin un sentido nacido individualmente sino como consecuencia nada más que de su carácter. Unos sobreviven, otros sucumben. Algunos equilibran y sitúan al arte, pensamiento, humanidades, etc, como el simulacro de su vida. También es un simulacro la televisión e Internet, es decir, todo lo que nos dé vida para continuar con la muerte. Nos hemos acostumbrado a quitar trascendencia a la vida y ver su discurso trascendente sobre etiquetas estéticas, bien modeladas, quizá para que nos hagan menos daño.

Los jóvenes tienen un teléfono móvil. Esta afirmación es casi una regla. Ellos lo han inventado, esto es, sus necesidades. Los jóvenes tienen Internet. Ellos lo han inventado, es decir, sus necesidades. Nada tiene una sinrazón, todo tiene un porqué. La tecnología busca calmar el alma así como la cultura. Pero, ¿cómo?, ¿tienen alma los jóvenes?

Quizá no interese la propuesta. Quizá interese la seguridad del superhombre, el dolor teatralizado y la muerte pospuesta. La vida se convierte así en un dejar para luego lo más importante, y el alma, esa que no existe, deja totalmente de existir, quemándose en las cenizas de su silencio.

¿Por qué tanto pesimismo?, ¿Cuál es la razón de ello?, ¿Una necesidad posmoderna?

Sólo un consejo. El arte cura pero su curación no es pragmática. Dicen que una lágrima es mejor que esconder el sufrimiento, pero ¿es acaso el arte una lágrima que sale de nosotros? El arte reconoce la imposibilidad. El mundo posible es un eco que sólo podrá ser mirado con optimismo por los ojos de un Sancho Panza quijotizado. Es decir, el loco es el cuerdo y su cordura es la razón de su sufrimiento. Hay siglos de soledad, siglos como el nuestro. Hay siglos en que todo lo oscuro de su pasado sirvió para mostrar la evidencia de que hay juegos reales que han perdido su razón de ser. Juguemos al simulacro, inmolémonos sin ser verdaderamente nosotros, hagamos lo que somos, pero sin ser.

lunes, 28 de mayo de 2007

Sobre la novela

Decir la verdad, mintiendo.
Difícil tarea, la del novelista.

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La peor locura de todas
es la que se presenta
desde una extrema cordura.

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La verosimilitud perjudica la estética.

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El verdadero misterio es que lo irracional, el Arte,
pueda ser razonado mediante fábulas y mitos.

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Novela que acusa los pecados de la novela.
Imposibilidad textual, vida

miércoles, 23 de mayo de 2007

Right in two

Apagó la linterna. Pensaba en fábulas sin moraleja. Sus ojos se cerraron solos, después los abrió, atento, impidiendo la despedida. Encendió la linterna. Dejó de pensar en nada. Escuchó la voz de una joven mujer bajo los escombros. Él no quiso dar sentido a aquellas palabras de socorro. No interpretaba los signos de la asfixia y los confundía con el miedo. Su propio miedo.

Apagó otra vez la linterna. Pensaba en una huída. Sus piernas estaban inmovilizadas, el hierro atravesaba su rodilla izquierda. Sentía el olor de la sangre. Sentía un dolor anestesiado, inmóvil y prolongado, lleno de sorda agudeza. Sus manos eran astillas al secar lágrimas acorraladas.

Después un par de hombres intentaban sacarle de allí. Más abajo se oía un sollozo prolongado, vómitos de esperanza y aullidos de socorro. La mujer inmóvil repetía su dolor con voz de pozo. Él sentía el tacto, a veces, de su respiración. Le preguntó a ella cuál era su nombre. Pero ella sólo trataba de respirar. Cerraron los ojos. La esperanza era el aliento del otro. El par de hombres se fue de allí, exclamando frases de cansancio y resignación. Quedó un profundo silencio para él y para ella. Un silencio desconcertante entre los dos.

Él encendió la linterna.

lunes, 21 de mayo de 2007

Fragmentos de historia y lirismo

La historia está hecha de anécdotas. Esas poco se escriben pero mucho se habla de ellas. Las anécdotas son la sal de cualquier plato insulso. Aunque la ciencia impone que nos alejemos de ellas. Lo que antes, en el positivismo, la anécdota hablaba de una parte del Espíritu, ahora, el neopositivismo ha trasladado todo fenómeno emocional como algo extrínseco a la materia de conocimiento. Vivimos así el siglo de los sucedáneos, del triste y tímido desconsuelo erudito.

La palabra de Borges cifrando posibles verdades entre las ficciones, los actos de Don Quijote más reales que el paródico mundo real, ese que todos imaginamos en su lógica consentida. La voz del silencio entre los versos, palabra y palabra realizadas en la sucesión, fragmentos de ideas dándose forma simultáneamente.

Llegamos al siglo del silencio, el que ha sepultado la anécdota y sus posibles convulsiones. La vida ha sido extirpada del ya decrépito horizonte de las ideas, más desconsoladas por su devenir que por sus pérdidas. La Razón se ha vuelto loca irónicamente, sin que pueda afirmarse en su negación. Existe una aceptación parcial y un disimulo en toda relación de significados comunicativos, los sentidos se bifurcan como ramas planetarias.

Toda posesión exige la resolución de un ideal, se resume así que la posesión es el efecto de la necesidad, pues todo poseer implica un desear. La anarquía es imposible en esta dualidad ética e irrealizable como “vía media”.

La palabra “desposesión” incluye en sí misma la de “posesión”, se refleja en ella, nos llega devuelta como reflejo contrario. Ese reflejo antecede al sentido, pues el prefijo “des” se complementa al de “posesión” determinándole su carácter actualizado y adjetivado de “no posesión”. La “otra vuelta de tuerca” está dada en nuestro análisis de la lengua. Nosotros la vemos porque la usamos, está con nosotros porque convive con nosotros. Necesitamos de sus signos porque ellos significan, nos significan.

El silencio nunca termina ni empieza de realizarse si no le añadimos una causa, la del sonido. Debemos pensar, por tanto, que la historia nos devuelve el sentido de sus sonidos. Ofrece causas para que se sorteen el silencio y el sonido realimentándose en su devenir.

El fin de la historia es la causa que ha conducido al hombre hasta allí. La conciencia del hombre es el fin a salvaguardar: su mirada, no su pervivencia. En el pervivir no hay progreso sino pausa prolongada de vida, inmutable y lógica. En el devenir hay un sentido, una atmósfera de tiempo abstracto.

La historia tiene devenir, no tiempo de pervivencia. La historia no tiene fin pero sí pervivencia de su búsqueda, en algún lugar, quizá, de la memoria colectiva. Los universos pueden ser paralelos, no sólo espaciales, sino sincrónicos en el tiempo. Los pasos del hombre tienen la capacidad de multidimensionar la realidad: haciéndola infinita e intangible. La conciencia –o no conciencia consciente- cifran el sentido de sus experiencias aprehendidas, establecen la respuesta al cerebro para que éste lo ejecute en sus múltiples formas de lenguaje.


El fin nos salva de las consecuencias cuando éste no tiene principio.

viernes, 18 de mayo de 2007

Curso de verano de la Universidad Complutense (El Escorial). Semana del 23 a 27 de julio de 2007


HISTORIA DE ESPAÑA CONTEMPORÁNEA, SUS TEXTOS Y PALABRA

Código: 75106
Fecha : Del 23 al 27 de julio
Director: José Manuel Martínez, director de Barcarola
Secretario: Carlos G. Navarro, gestor cultural
Coordinadora: Antonia Cortés
Área: Comunicación
Colaboran: Escuela de Periodismo y Comunicación; Fundación AUNO


Presentación: Los acontecimientos más reseñables que marcan la historia de España contemporánea no sólo son aquellos que han supuesto un punto de inflexión en el tiempo, en la memoria, y han fluctuado como ríos en un periodo acotado por fechas determinantes y hechos acaecidos que en gran medida marcan y registran el sentir colectivo, también son las puntuales situaciones que han quedado plasmadas, mediante la acción de la escritura, en las miles de páginas de textos que contribuyen a hacer más preclaros, y objetivos, los conflictos de pasados siglos. Esta iniciativa consiste en examinar no las grandes estrategias o movimientos, sino panoramas y semblanzas de personajes puntuales cuyo acontecer ha quedado plasmado en el acta notarial de la historia, bien en arriesgada literatura o en textos recopiladores que se han ocupado de incluir tanto problemas recientes como de antaño. Todos los nombres y temas evocados, así como los debates, tienen algo en común, es el de haber querido decir, escribir o captar la emoción o tristeza que nos suscitaron acontecimientos de nuestra historia, intentando reflexionarlos exhaustiva y libremente, buscando, tanto en las conferencias como en los debates, si no cerrarlos definitivamente sí añadir más luz a su esclarecimiento.

“Dos Españas trabadas en una lucha incesante” dijo Ortega. Este curso tratará de manifiestos, de hombres, de mujeres, de poetas, de la República, de la Guerra Civil, de la memoria perdida, de los extranjeros que vinieron a luchar a España buscando la utopía ( y que luego resultó no ser tan utópica) , de las regiones, de las minorías silenciosas, de las armas y las letras, del exilio, del drama hispánico que todavía no ha bajado el telón, en suma, de observar y evaluar en pocos días, a través de especialistas y creadores, los libros y documentos que han sido un poco “acta notarial” de tantas luces y sombras. Y también con la esperanzadora intención de entender algunos de los episodios más convulsos y determinantes del pasado siglo, con la intención de disipar dudas sobre nuestro futuro. De la abundancia de publicaciones sobre los temas programados, se ha optado por la de aquellos autores en ejercicio cuyo contenido abordan, de manera genérica o concreta, el episodio propuesto, tanto como disertación unitaria como objeto de debate o mesa redonda. Obedece, pues, a diseccionar textos y libros concretos tanto por sus autores como por el público, también a recordar , bien declamados o leídos, poemas y manifiestos que ayudaron a sensibilizar con palabras tanta estulticia.

PROGRAMA:

LUNES, 23 DE JULIO
10.30 h. Inauguración
Lectura de poemas y textos: José Sacristán, actor
12.00 h. Santos Juliá, historiador
Las dos Españas
16.00 h. Mesa redonda: Dos Españas: ¿irreconciliables?
Participan: Santos Juliá; José Sacristán; Andrés Sorel, escritor
MARTES, 24 DE JULIO
LA HERENCIA DEL SIGLO XIX. REPERCURSIÓN EN EL SIGLO XX Y XXI
10.30 h. Fernando García de Cortázar, historiador
Mitos y perdedores
12.00 h. Ricardo García Cárcel, historiador
Constitución y la 1ª República
16.30 h. Mesa redonda: Una nación indomable: Perdedores “héroes” de la bohemia
Participan: Fernando García de Cortázar; Ricardo García Cárcel; Juan Manuel de Prada,
escritor
MIÉRCOLES, 25 DE JULIO
SIGLO XX: REPÚBLICA Y GUERRA CIVIL. CULTURA
10.00 h. Andrés Trapiello, escritor
Las armas y las letras
16.30 h. Mesa redonda: La cultura en conflicto
Participan: Andrés Trapiello; José Esteban, escritor y editor; Isabelo Herrero, presidente del
Partido Republicano
JUEVES, 26 DE JULIO
SIGLO XX: II REPÚBLICA Y GUERRA CIVIL. VOCES ACALLADAS
10.00 h. Félix Grande, escritor
Aspectos de García Lorca y el Flamenco
12.00 h. María Antonia Iglesias, periodista y escritora
Los maestros en la República
16.00 h. Mesa redonda: El compromiso de los intelectuales
Participan: Félix Grande; María Antonia Iglesias; Juan Bravo, Universidad de Castilla-La
Mancha
VIERNES, 27 DE JULIO
10.00 h. Diego Carcedo, periodista
Exilio y ayuda exterior (Brigadas Internacionales)
12.00 h. José Manuel Caballero Bonald, escritor
La memoria perdida
13.00 h. Clausura y entrega de diplomas

miércoles, 16 de mayo de 2007

Nuevo nº de LA ROSA PROFUNDA

Nuevo número de la mejor revista digital de literatura en español:

La luz imposible

I

La luz nos encadena, imposible,
a las visiones.
La luz nos dice sus temores
y nos ciega.

II

La luz nombra, rompe lo oscuro,
nace en el día de la nada.
Toda ella es memoria, conciencia,
desaparición.
La luz borra, imposible,
la noche eterna.

lunes, 14 de mayo de 2007

Búsqueda ingrata

Te busqué tras la tarde de sombras,
en la noche íntima y blanca de luna,
te busqué en la impaciencia y en la calma,
en la lágrima y en la sonrisa convencida,
te busqué en el dolor y más allá de sí:
en la alegría.
Bebí grandes vasos de vino para alargar
la alegría. Pero pronto llegó la resaca y tú
más nunca apareciste.

jueves, 10 de mayo de 2007

Salvación de los sentidos

La vida es un sueño
que soñamos no soñar.
Jorge Luis Borges

Se escuchan las montañas, los ojos caminan
El incesante silencio de sus espinas de fuego,
Entre vastos dominios de sombras, idénticos
Al astro de la lejanía, incontrolable y solo.
Perdido, ya sin nombre, buscando la espada,
El metal de la salvación, camino de hierba,
Oquedades inevitables del silencio, amargo
Temblor de lo ciego, última salvación.
Cansa el nombre sin nombre y la necesidad
De otorgarle signo, cansa el silencio, insalvable.
Muere el dolor de no saber quién soy,
Muero yo, así, en el dolor sin nombre.
Muere cada segundo lo que soy,
Lo que no he sido, lo que seré.
Muero de haber sido y muere Yo, así,
En el dolor sin nombre.

jueves, 3 de mayo de 2007

Despierta!


Despierta! Hay mendigos tumbados en las sucursales de los bancos, y sus perros tienen menos hambre que ellos porque buscan su comida entre la basura y se nutren de ella. Los perros tienen menos dignidad que los mendigos. Son lazarillos de la pobreza.
Despierta! Un pobre loco, en la periferia, se ha expulsado al vacío desde las alturas de una azotea. Las chimeneas huelen a sangre.
Despierta! Los príncipes van a la guerra como en los siglos pasados, aquellos de la barbarie. Creen que la gloria les acompaña. Príncipes de Ralph Lauren y de metralleta.
Despierta! Los muertos no son reales en Youtube, el sonido de la bala es un audio que recorre megabites de espanto. Las cadenas de televisión lavan la mierda de las conciencias entre anuncios de rebajas de perfumes.
Despierta! Los cuervos mastican la espuma de tu silencio. Tu vana misericordia condimentada de salsa de tomate Heinz.
Despierta! No verás el dolor muchas veces en tu vida. Sólo el dolor de otros.
Despierta! No siembres tu reino perfecto a costa de los demás.
Despierta!
Despierta!
Despierta! No crucifiques la esperanza ni busques culpables.
Despierta!
Despierta! No busques la ficción para llorar adecuadamente. No trasformes la lágrima en materia estética.
Despierta! No cabalgues a lomos de la perfección relativa.
Despierta! No mastiques los huesos de tus mártires.
Despierta! No sufras la ira de poetas sin manos.
Despierta! Olvida el juego de las apariencias.
Despierta! No verás nada. Te quedarás ciego. La conciencia no te hará ser un hombre. Sólo la angustia, la impotencia, el dolor, harán de ti un ángel de justicia. Un ángel sin alas, pero ángel.
Despierta! El sueño ha terminado. La realidad no está tan lejos.
Alguien ha muerto en el dolor y en ese dolor tú has nacido.
Despierta!

sábado, 28 de abril de 2007

Akira, sobre héroes y otakus


El cine anime, tan popular en Japón, ha llegado con frecuencia al público occidental exitosamente, y ha sido aplaudido por un público universal, capaz de valorar este arte del dibujo manga trasladado a un formato de animación pictórica para la gran pantalla. El dominio de la informática y sus recursos creativos ha sido determinante en el desarrollo de esta forma de hacer cine que, incluso, se ha trasladado al cine ‘real’, copiando éste los recursos del anime.

Akira es una de esas películas que estremecen al público. Su autor, tanto del manga como del anime, es Katsuhiro Ôtomo. Reconocida como una de las mejores películas de su género, el anime de ciencia-ficción, realizada en el año 1988, esta cinta nos plantea un escenario complejo, la devastada y caótica Neo-Tokio del año 2019 y a unos personajes insertos en ese conflicto, héroes y villanos, que tratarán de hacer frente a ese eclipse de energía apocalíptico e incontrolable llamado Akira, que tanto anhelan unos y tanto temen otros.

Tanto el poder visual de los dibujos como el argumento o trama resultan sorprendentes, incluso ahora, en el año 2007, no tan lejanos a ese distópico 2019 conmocionado y en la crisis posbélica de la III Guerra Mundial. Los enfrenamientos continúan aisladamente, en las bandas callejeras, en la policía corrupta, en colectivos religiosos, en el propio gobierno. Todo está en crisis, incluso el Estado y el orden legal.

Tetsuo, el personaje principal, recibe una fuerza sobrenatural que es incapaz de controlar, Tetsuo se ve absorbido por tanto poder que le impide actuar con ecuanimidad y lo hace de manera destructiva, rencorosa y malvada. Su amigo Kaneda intenta salvarle, pero finalmente se tendrá que enfrentar con él: un héroe con fuerza humana -con motivaciones benévolas- se enfrenta a un antihéroe sobrehumano. El poder de Akira parece haberse reencarnado en Tetsuo, aunque la esencia de la verdadera energía de Akira es mucho más poderosa e incontrolable. Finalmente todo sucumbe a esa gran energía, nada parece sobrevivir, excepto Tetsuo.

Tal vez Tetsuo represente una gran alegoría social del futuro, ya casi del presente, una especie de desembocadura inevitable. Todo el avance tecnológico se vuelve –como gran ola poderosa de energía- contra sí mismo si no se sabe controlar. Todo el conocimiento –en definitiva- se confronta con la dualidad del bien y el mal, del yin y el yang, (in'yō/onmyō) y los factores activos se vuelven pasivos frente al descontrol que han producido.

Pero, como sabemos, el mal produce el bien y viceversa, este principio generador se aprecia en Akira espectacularmente expuesto. Nada es completamente bueno ni completamente malo, nadie es capaz de saber si –en caso de poseer un poder especial- lo usaría adecuadamente. En el equilibrio estaría la dicha, pero este equilibrio –en crisis- de Akira plantea esa duda necesaria que la Ciencia o el Estado, o cualquier otra forma humana de poder, debería tratar de resolver.

Siempre el arte nos ha puesto ante los ojos el problema, nos ha conmovido en esa presentación estética, a partir de su lenguaje y sus prioridades temáticas. No hace falta realizar arte de tesis para que una obra revele una o dos –o cientos de tesis- distintas en el espectador. El fin estético siempre lleva oculto un fin moral. La capacidad de algunas obras para mostrar sus tesis de manera implícita, susurrada, sugerida, las convierte en especialmente valiosas, porque así la idea no muere en un fin pasajero sino de transcendencia humana atemporal. A veces las tesis cambian con el paso del tiempo, unas veces nos plantean el problema desde la lejanía y otras nos desvelan el problema que nos ahoga silenciosamente en el presente. Que el fin estético tenga la cualidad de mover a la acción es ya una cuestión de ideologías, de éticas y actitudes personales. La obra no debe exigir tanto, debe ser irónica, trágica, sincera, desagradable, incluso, pero nunca obvia o panfletaria. El panfleto deberá escribirse solo en la retina del espectador.

Pero a veces el espectador es sujeto pasivo. En el caso de Akira su público –mayoritario- se ha denominado otaku, ya no sólo en Japón sino en todo el mundo. Los otakus llevan –tras de sí- un carácter distinguible, una personalidad que los hace ser quienes son –y a su vez- diferenciarse con ello, incluso aislarse. Otro término más extendido al del otaku (aficionado al manga y al anime) es el del friki, diríase que es la denominación genérica hacia alguien aficionado a algo minoritario o no convencional en los gustos de la mayoría. Suelen organizarse en grupos o por solitario. Y su vida suele girar en torno a esa afición que reverencian, ya sea roll, rock, videojuegos, Guerra de las Galaxias, aeromodelismo, etc. Son fanáticos extravagantes, (geeks en inglés) cuya vida sólo tiene sentido a la luz de sus ficciones. Una especie de habitantes de la Caverna fascinados de ver las sombras menos distinguibles.

Pero, finalmente, sólo es eso, aislamiento estético y social. Vacío. Eterno retorno, repetición programática. El friki u otaku elige su religión y la devora y exhibe continuamente. No puede salir de allí porque allí está ese lugar placentero -“locus amoenus”- donde todo recobra una verosimilitud ficcional que supera a la realidad, una verdad real (“vreal” en términos de Julia Kristeva) más real que la realidad –que en sí misma no nos aporta elementos –fenómenos- que nos lleven a la verdad. Es, así, la ficción una utopía, una suerte de verdad ideal más verosímil que lo material, pero, precisamente, por su condición de ficción con posibilidades se constituye como un ideal. Es el carácter de un Don Quijote que nunca pasa a la acción, que nunca se enfrenta a los molinos porque adora demasiado a sus gigantes. El fanático extravagante del presente (friki) es un héroe en duermevela y asustado por ser lo que es. El sueño de la razón produce monstruos, y esos sueños –mal conducidos- como sucede en Akira, pueden llevar a la demencia, a la inacción o acción destructiva, en vez de al propósito del bien, materia heroica de verosímil – y equilibrada- realidad. Tal vez deberíamos preguntarnos seriamente, ¿quién es Tetsuo?



sábado, 21 de abril de 2007

Sueños

Has dormido demasiadas horas el sueño de la razón, ahora quieres despertar de él, pero dicen que si despiertas los demás no verán tu sueño: sino tu locura. Entre sombras te levantas por el sueño de la locura y no sabes ya qué hora es. Solamente para ti tienen lógica tus sueños. Es la lógica de tu ser. Solamente para ellos no tienen lógica tus sueños. Es la lógica de su ser. No merece la pena insistir tanto en querer llevar la razón. A fin de cuentas, ¿qué es la lógica? Un sentido por necesidad, un ponerse de acuerdo ¿para qué?. Cuando la lógica nos aplasta sólo nos queda el sentir: un silencio, un rumor de inexistencia no calificada. La expulsión del vacío, del ímpetu y de la intuición pasional de un origen desapasionado. Pero comprender, al menos, que el lenguaje nos salva de la neurosis. Porque toda lógica tiene un porqué y toda causa un efecto. El lenguaje es la causa y el efecto: la enfermedad y el antídoto. El hombre es la gran neurosis que no admite su patología, porque cree que alimentando su orgullo -negando su dolor- podrá curarse. Y este dolor crece y crece: hasta finalmente destruirse todo el simulacro que representa su condición. Un simulacro basado en la jerarquía, la norma que rompe la norma pero siempre sometida al sistema. Toda transgresión tiene un marco, excepto la muerte.

viernes, 20 de abril de 2007

Cho Seung-hui: la masacre de Virginia y un verdugo

Dicen que estas cosas sólo pueden ocurrir en los Estados Unidos de América. De hecho, la lista de asesinos de masas en EE.UU cuenta con una larga y penosa tradición. Cuando una tragedia de estas ocurre la sociedad por unas semanas reflexiona sobre sí misma, ya que el enemigo está dentro, se ha educado en el Estilo de Vida legitimado e idealizado. En los EE.UU el discurso, sin embargo, autocrítico es limítrofe, yo diría que inexistente.

Sí, son casos aislados, esto no sucede todos los días, afortunadamente. Pero puede que llegue el día en que uno de estos seres extraños y raros se conviertan en santos de devoción y otros muchos quieran seguir su ejemplo. Aquí tenemos un ejemplo de un joven supuestamente, por la edad, maduro, con cierta formación literaria que podría convertirse en una especie de Holden Caufield: tratando de dejar tras de sí una estela de videos, extrañas notas y aureolas de malditismo.

Posiblemente los americanos, en caso de convertirse este caso en un precedente imitado con frecuencia en años posteriores, prohibirían antes los libros o el hecho de escribir sobre la violencia, que prohibir las armas en sí. Me explico, ¿puede inducir una película o una obra literaria a la formación de la personalidad de un psicópata? Yo, naturalmente, lo niego. Creo que el problema está en la persona, en el desequilibro mental de un joven que no ha sabido asimilar la violencia proyectada en la pantalla o en los videojuegos. ¿Podría condenarse un relato literario explícitamente violento y llegar a predecir que el joven escritor es un psicópata en potencia?

En el caso de Cho Seung-hui, este ciudadano norteamericano originario de Corea del Sur, es destacable que estudiase filología en una prestigiosa universidad. Pero, evidentemente, cabe dudar de la calidad literaria de sus relatos. Y lo más conveniente sería publicarlos cuanto antes evitando una cierta mitificación por parte de jóvenes estadounidenses sensibilizados con su actitud. Creo, y esa es mi visión del asunto, que el problema fundamental de todo esto es precisamente el peligro de que se convierta en mito, por la realidad traumática que proyecta en la sociedad, un comportamiento semejante. Conseguir un arma en Estados Unidos es mucho más fácil que en Europa, pero no olvidemos que en Europa, recurriendo al tráfico ilegal, también pueden conseguirse armas si realmente se desea. Considero que ese no es el problema sino exclusivamente la mente, la psicología del asunto. Y esta psicología está estrechamente unida al estudio de la psicología social norteamericana. Lean “American Psicho” y descubrirán a un escritor que podría haber sido tachado de psicópata en potencia. ¿Hemos de condenar esas obras, a esos escritores? Evidentemente no. ¿Hemos de condenar entonces a la sociedad hipócrita que suscita esos relatos? Evidentemente tampoco.

No es de extrañar que los dramas teatrales de Cho Seung-hui no pasen jamás a la historia de la literatura, pero es que, aunque realmente fueran obras maestras de la literatura y se valorase la obra creativa de un asesino en ningún caso podría justificarse su actitud social. Por suerte Baudelaire no terminó matando a un grupo de parisienses que paseaban por algún bulevar. Y si lo hubiera hecho hubiera cumplido su condena social aunque literariamente hubiera recibido otro tipo de justicia.

Lo único que queda sin justificación es el asesinato real: el que esparce su sangre por el suelo de una institución del saber, como es una universidad, en este caso la de Virginia. Las manos manchadas de sangre de un ser cuyos únicos relatos fueron la cobardía de matar.

Relatos injustificables de un verdugo que no aprobó el examen humano de la vida.

jueves, 12 de abril de 2007

La cultura del consumo y los centros comerciales


Señala Ortega en “La rebelión de las masas” que “el mundo, de repente, ha crecido, y con él y en él la vida”. Es una evidencia que el crecimiento demográfico entraña una de las características del siglo XX y lo será del XXI. Todo tiende a globalizarse, queramos o no. Los centros comerciales son un ejemplo de ello: son todos iguales. Eso significa que el hombre tiene las mismas necesidades y gustos. Es arriesgado hablar de necesidades en la cultura del consumo, ya que ésta, casi siempre, redunda en lo innecesario. Sigo con Ortega: “La actividad de comprar concluye en decidirse por un objeto; pero, por lo mismo, es antes una elección, y la elección comienza por darse cuenta de las posibilidades que ofrece el mercado. De donde resulta que la vida, en su modo «comprar», consiste primeramente en vivir las posibilidades de compra como tales. Cuando se habla de nuestra vida, suele olvidarse esto, que me parece esencialísimo: nuestra vida es, en todo instante y antes que nada, conciencia de lo que nos es posible. Si en cada momento no tuviéramos delante más que una sola posibilidad, carecería de sentido llamarla así. Sería más bien pura necesidad.”

Resulta fundamental esta apreciación de Ortega para incidir en la característica básica de lo que llamamos “cultura del consumo”. Una de las frases del filósofo español anteriormente citada merece serias reflexiones: “nuestra vida es […] conciencia de lo que nos es posible”. Esta es la cuestión, efectivamente.

Es fácil crear la necesidad en la masa: sólo hay que hacer que parezca necesario. ¿Y cómo se consigue esto? Creando una ética y una estética del consumo. Incluso una religión. Todo pasa por la cultura, la cultura representa el germen y la identidad ideo-social del individuo. Por esa razón los centros comerciales son el espacio –la forma- que incluye contenidos culturales. Es decir, en el centro comercial están las salas de cine, por ejemplo, y éstas proyectan cultura. Pero la cultura no es lo importante, es el pretexto para ir al centro comercial: incluso la misma sala de proyección o la pantalla de enormes dimensiones se convierten en la razón. Esta es una de las características de nuestro tiempo: la preeminencia de la forma sobre el contenido. En Bilbao la mayoría de los turistas no visitan el Guggenheim para ver la última exposición instalada, sino para ver el Guggenheim como espacio arquitectónico. La obra de arte es el cascarón: lo superficial.

El filósofo George Simmel considera que la sociedad, la cual tiende a la complejidad, se perfila en una “pluralidad de espacios”. Es decir, y sigo a J.M Marinas, hay una “redefinición de espacios”, de “formas de interacción” que nos desvela una sociedad del “protoconsumo”. Para Guy Oakes la cultura es “el proceso en que la vida se reproduce a sí misma como ‘más vida’ y se trasciende a sí misma generando formas que califica como “más que vida”. Es por tanto, el consumo, un exceder. Una necesidad de no necesidad, un impulso o posibilidad de trascendencia que persigue materializarse. Una concretización del deseo: un deseo indirecto que se resuelve en una suerte de exposición de deseos previamente manufacturados para la pluralidad deseante.

El consumidor, o también llamado “preferidor racional”, no deja de ser, esto nunca se debe olvidar, un individuo. Simmel nos propone estudiar la “singularidad de la vida”, los hechos concretos, para acercarnos a lo general: a aquello que define y sintetice lo plural. Esta es una tarea de observación, que la novela realista, por ejemplo, ha venido haciendo desde el siglo XIX. En esta capacidad de observación la sensibilidad es fundamental: sensibilidad para sensibilizar. Tal vez así se destape el antifaz de la pseu-docultura que nos empieza a redefinir de manera trágica desposeyéndonos de una identidad individualizada. Tal vez aún no sea demasiado tarde y la singularidad no esté perdida del todo. Esperemos que no llegue el día en que sea imposible registrar diferencias entre los individuos. Porque entonces nos situaríamos frente al siniestro y alienante triunfo de la masa. ¿Es ya tarde para la esperanza? Eso depende de ustedes. De cada uno de ustedes.

Sendas de agua




El agua fría
no abandona el sendero.
Lágrimas vivas.

martes, 10 de abril de 2007

Destino literario


Esta noche no es como las demás.
Algo ha ocurrido en el poema.
Algo está sucediendo en mí.
El destino de la palabra
es también el destino
de la vida.

domingo, 8 de abril de 2007

Los centros comerciales o el aire puro del hombre posburgués


Para llenar nuestro vacío existencial vamos a los centros comerciales. Hay algunos que se encuentran en el centro de la ciudad, pero otros están a las afueras y la visita se convierte en una excursión de, a veces, una jornada entera. Comida, merienda, compras, cine, bolera, pubs, conciertos, etc. Todo está allí, todo a lo que el hombre posburgués puede aspirar. El paraíso de las urbes, la periferia convertida en centro urbano. No es de extrañar que las ciudades ahora giren en torno a estas construcciones, y el llamado centro histórico sea el pasto de la nueva pobreza. No es de extrañar que se edifique en torno a esas parcelas de ociosidad y consumo. Estamos vacíos, el trabajo nos deja sin fuerzas idealistas. Y el sueño se llama "cultura del consumo". Todos caemos, estamos atrapados en la red. No hay manera de no sucumbir ante el infernal paraíso de nuestras aspiraciones metafísicas transferidas en mercancía. Los centros comerciales son la verdadera religión de la clase media: aquella que sueña su felicidad entre espasmos de esclavitud redentora.

sábado, 7 de abril de 2007

Brick

A simple vista podría parecer una película convencional destinada al público adolescente-juvenil pero a menudo que avanza nos damos cuenta de que es algo más. Cine negro puro, película de detectives cuyos protagonistas, jóvenes estudiantes de instituto, juegan a ser mayores. La Banda Sonora es bastante buena, propia de los films negros. El argumento es algo lioso, como las grandes películas de detectives (véase "El sueño eterno") pero no deja de ser original. El ambiente está muy bien tratado, un esteticismo conseguido e innovador. ME recuerda en eso a la novelas de Bret Easton Ellis, sobre todo a "Menos que cero".

El actor principal es Joseph Gordon-Levitt ("Misterius Skin", "Letter Days") y en mi opinión su interpretación es sobresaliente, sin duda dará mucho que hablar este actor.

Lo único negativo, a mi entender, es que cae en ocasiones en algunos tópicos argumentales de este tipo de películas, pero, en general, este pequeño defecto se disculpa porque el director, Rian Johnson, ha conseguido unos notables resultados técnicos y estéticos.



ME ha encantado el ambiente captado (una atmósfera casi surrelista y enrarecida a medida que avanza el film), la música muy bien escogida y la interpretación original de los jóvenes personajes. Se nota que hay un director con talento propio, y no vendido a la industria, detrás de esta cinta.

Por tanto, la recomiendo encarecidamente, si usted desea pasar un rato intrigado, sin preocupaciones metafísicas, solamente con la curiosidad a flor de piel. ¿Qué está pasando?, ¿qué va a pasar?, ¿qué ha pasado?. Esas son las preguntas que con más frecuencia fluyeron por mi cabeza. Pero, a fin de cuentas, creo que lo más importante en este film no es lo que pasa sino cómo pasa, sin duda el director lo ha conseguido.


BRICK, Brian Johnson. (USA, 2005)
Ver ficha en Imdb - FilmAffinity

Mi valoración: 7

viernes, 6 de abril de 2007

Pecado original


El hombre odia por temor a no ser amado.

La peor amenaza formulada en la Historia de la Humanidad proviene de los que consideran someterse a Dios para sentirse seguros de sí mismos y de sus semejantes.

La posibilidad de ir al infierno es la peor amenaza, ya que nunca podremos escapar de él una vez asumida su existencia. Es decir, desde que el hombre se ha sentido atado a los dictados de una Conciencia Superior que todo lo observa y juzga.

El temor ha obligado al hombre a creer en el sometimiento divino de sus ficciones.


jueves, 5 de abril de 2007

Un voto en blanco

Si a usted le preguntasen cuál es la película de su vida, ¿le costaría mucho decidirlo o lo tiene totalmente claro? En mi caso jamás podría asegurarlo porque son muchas las películas que han resultado importantes en mi vida, es decir, que de alguna manera, como una gran novela, me han trasformado.

Una famosa página de Internet dedicada al cine, cuyo nombre es IMDB (Internet Movie Data Base), dispone de un “Top 250”, esto es, de una lista o canon de las 250 supuestas mejores películas de la Historia del Cine según los visitantes de la web. Cada película tiene incluso una puntuación determinada, que es la media aritmética resultante de cada valoración por usuario. Así, la mejor película de la Historia del Cine, a día de hoy, es “El Padrino”, con 204,392 votos y una nota media de 9’1 sobre 10.

Resulta interesante observar los gustos de los lectores, ya que representan, por el gran número de votos que se efectúan, al público del cine en general, y ver cómo estos simpatizan o reniegan de las películas. Esta página web recoge, o desea recoger, todas las películas existentes en el mercado y para todas ellas se ofrece la posibilidad de efectuar un voto por usuario, previamente registrado.

Este “Top 250”, a mi entender, como digo, representa un gusto popular, no especializado, con el que cabe la posibilidad de atender a la recepción del cine en el público, y no, como en otras ocasiones se hace, en los subjetivos, limitados y constreñidos críticos de turno. Pero, desgraciadamente, si repasamos el “Top 250” tampoco podríamos quedar muy conformes con el resultado general, absurdo en muchos casos, afectado por películas mediocres sublimemente valoradas (El Señor de los Anillos: 8’8, Star Wars: 8’8, Rocky: 7’9, etc.)

Sin embargo, no por esa razón conviene despreciar este “Top” tan disparatado, incoherente y complaciente con la Industria. Cabe analizar los gustos generales, el porqué de este tapiz extraño donde “Terminator”, protagonizada por Arnold Schwarzenegger, Gobernador de California, tiene la misma nota que “Manhattan” de Woody Allen. Sin duda son públicos distintos los que votan a una y a otra película, ya que no cabe en ninguna cabeza que una misma persona pueda amar las dos películas por igual. Aunque eso sería muy posmoderno, por otra parte.

Ya no se puede decir aquello de que la sabiduría popular nunca se equivoca. Esta lista es la prueba del desequilibrio estético de nuestro tiempo. De cómo lo más sublime puede estar cerca de lo más banal e intrascendente. El ser humano es así: proteico, vario, disímil, absurdo.

Pero no hay que precipitarse en juzgar esta situación como una gran tragedia, sino, mirándolo bien, como una parodia de que lo somos o de lo que el arte nos hace ser. Los hechos nos revelan la parodia que nosotros mismos hemos creado de lo que somos.

Es, por tanto, el arte, en este caso, el cine, un espejo de nuestra mediocridad. Pero también de nuestra grandeza. De nuestras limitaciones, pero también de nuestro espíritu sensible.

Finalmente este espejo puede volverse contra sí mismo y legitimar lo mediocre. Seguro que más de alguno se ha decidido a ver determinada película por la buena nota que recoge en esta página; y, por otro lado, ha dejado de ver otras porque su nota no es tan buena. Este es el problema de la subjetividad y la desorientación, también el problema de la pasividad o del dejarse orientar por miedo a pensar por uno mismo. O, simplemente, porque no hay tiempo ni ganas para ello.

A fin de cuentas somos lo que vemos. Vemos lo que creemos que somos. Y no vemos lo que creemos que no somos. No hay, sin embargo, la posibilidad de desilusionarnos, pues, afortunadamente, todos tenemos la posibilidad de votar, pero sí, admitiendo que nuestro voto pueda perjudicar al prójimo. Ese es el gran conflicto: la pérdida de la legitimidad. De nuestra auténtica y necesariamente defendible legitimidad.



martes, 3 de abril de 2007

Oscuras previsiones

La moral busca la pureza, no ensuciarse de la mayor enfermedad humana: la conciencia. Sin embargo, ¿no podría ser el sujeto moral puro el ser humano sin conciencia?, ¿una especie de ángel terrible que te devora placenteramente?

¿Podría el ser humano aprender a devorar sin conciencia alguna, haciendo que sus semejantes sigan su ejemplo convirtiéndose éste en un paradigma de la moralidad?

¿Puede un hombre conducir a un abismo perpetuo a toda la Humanidad?

La Naturaleza nos vuelve pragmáticos y mediocres al dotarnos del instinto de superviviencia. Todo instinto es una lacra que conduce a la voluntad, la cual pervierte y devora.

¿Puede el hombre arrastrarse en el fango, contaminar todos sus instintos, construir una moral edénica de excrementos?

¿Podremos liberarnos de la conciencia para que salga el Sol sin que nadie lo observe y la luz irradiase como una ceguera y nuestra piel fuese sensible a su influencia?

¿Podría el hombre sin conciencia hablar a Dios sin hablarle, desde lo oscuro, devolviéndole sus cielos: haciéndole, silenciosamente, la Revolución?

Sería el silencio, la retirada perfecta. El cinismo engendrando instintos autodestructivos. El drama de una evolución humana sin conciencia.

domingo, 25 de marzo de 2007

La metafísica y los suburbios


“Los filósofos se han limitado a interpretar el mundo de maneras diferentes; ahora lo que importa es transformarlo”, escribió Karl Marx en tiempos de grandes desigualdades sociales. El mundo, evidentemente, se transformó, pero “interpretando” a su modo el cambio: limitándolo a la mediocridad humana. El poder de la palabra lleva consigo el poder de la acción: el movernos hacia ella. Pero, ¿cómo armonizar acción y conciencia, poder y bien?, ¿cómo lograr que todos los principios de la acción humana estén supeditados a una virtud ética: a una especie de imperativo categórico o “perfecto” actuar?

¿Perfecto? Disculpen, estábamos hablando del ser humano.

Les contaré una historia. En un lugar de la antigua Unión Soviética una adolescente sueña con irse a América a vivir para dejar la pobreza y miseria de su tierra, donde apenas puede sobrevivir. Su mejor amigo, un niño, se plantea suicidarse para perderse de la triste realidad y también, por el mismo motivo, se droga con pegamento. Estas son algunas líneas argumentales de “Lilja 4-ever”, una película de Lukas Moodysson del año 2002. Son ciento nueve intensos minutos, llenos de esperanza y desesperanza y de un realismo crudo propiciado por los resquicios de un sistema comunista que fracasó.

La joven Lilja, de 16 años, se ve obligada a prostituirse para poder sobrevivir en su país. Después viaja a Suecia creyendo que allí le espera una vida mejor, así se lo promete su presunto novio: pero éste no es más que un impostor. Todo resulta una farsa y Lilja se ve convertida, en Suecia, otra vez en prostituta, pero esta vez como esclava de una mafia. No les contaré el final: tan sólo decirles que no termina bien. ¿De qué otra manera podría terminar?

Posiblemente este tipo de historias sucedan todos los días. Siempre que exista pobreza y miseria estas cosas ocurrirán porque “el hombre es un lobo para el hombre” y siempre los más fuertes se comen a los más débiles.

En el caso de la prostitución la mujer, y también el hombre, queda convertida en mercancía, en objeto de consumo, en un servicio más para el consumidor. Cuando la prostitución es ilegal siempre pierden los débiles ya que sus derechos quedan vulnerados y no tienen posibilidad de reclamar su dignidad. Pero cuando la prostitución es legal, como en Holanda, ¿entonces, qué? Sin duda esta pregunta conlleva un delicado cuestionamiento.

La prostitución ha existido siempre, ya en la sepulta Pompeya se pueden observar las pinturas de prostitutas en los lupanares. El negocio del cuerpo como objeto de placer siempre ha sido y será rentable. Y en una sociedad enferma este negocio no es más que un reflejo de la enfermedad del hombre mismo, de su conciencia y moral pervertidas.

Pobreza y riqueza, cultura e incultura. Dos cuestiones importantes.

El mundo cierra los ojos a la explotación de sus semejantes. La justicia y la policía actúan por inercia: pero todos sabemos que mucho más se podría y debería hacerse para terminar, de una vez por todas, con los grandes sometimientos humanos que acontecen todavía en el siglo XXI.

Pensar soluciones a este tipo de injusticias tal vez pueda convertirnos en ilusos, en benditos idiotas que no comprenden, aún, cómo funciona el mundo. Pero merece la pena ser un bendito idiota. Aunque es necesario algo más que eso para cambiar las cosas. Es necesario actuar. Quitar la razón a este sistema que parece habernos condenado al silencio por un puñado de euros que va a parar a los centros comerciales. Al consumo. A la demencia del “tener” por encima del “ser”. El “ser” mediocre es aquel que reconoce al dinero como su cualidad metafísica más importante. ¿Qué es el hombre sin dinero, entonces? Sencillamente, no es.



lunes, 19 de marzo de 2007

Baudrillard o la metarrealidad



Habermas sitúa a Nietzsche como la plataforma giratoria de la posmodernidad, algo que cambia de raíz la argumentación del discurso moderno. El discurso moderno se rige por su pesimismo, que recoge la tradición nietzcheana e interioriza los problemas planteados allí. Se preguntará Ciorán: “¿Y cómo creer que la historia ‑procesión de desatinos‑ podrá durar aún mucho tiempo?” Esto tipo de preguntas, bañadas de trágico tremendismo desvelan esa voluntad, que como predicaba Nietzsche, era voluntad incluso de querer la nada, pues antes prefiere la voluntad “querer la nada” que “no querer”. (Genealogía de la moral).
De este modo la moral cobra una forma de voluntad nueva. Una voluntad activa contra sí misma. Comprender la posmodernidad es situarse en un plano de irrealidad desde el que interpretar los impulsos de la voluntad. En estos términos será como habremos de introducirnos en la situación. El filósofo José Antonio Marina, en su artículo “Ha muerto un seductor” (El Mundo, 7-03-2007) nos ofrece algunas de las claves del pensamiento de Baudrillard y aprovecha, desde mi punto de vista con acierto, para criticarlas. Señala Marina que Braudillard ha efectuado un análisis de la sociedad actual con el que se quedó asustado al desvelar que todo era una orgía donde todo, por tanto, está liberado. Baudrillard se preguntará “¿Qué hacer después de la orgía?”. Pero su afirmar sin afirmar las cosas significó un pensamiento débil que funcionaría como antídoto contra el pensamiento violento de las ideologías y las dictaduras. Esta filosofía equívoca, basada en el simulacro, pues la realidad es asumida como simulacro, en la cual el discurso es lo importante, y todo queda puesto de manifiesto que el medio, la información, es como la caverna que nos impide llegar a la realidad, puesto que la realidad en que vivimos es una construcción. La metáfora clásica ha sido la televisión, pero en mi opinión, para comprender el siglo XXI, habrá de ser Internet. Y, en fin, todo objeto que represente la (una) realidad.
Por eso Marina, frente al discurso pesimista, basado en el simulacro y en la metarrealidad, de Baudrillard, contrapone uno más optimista, en el que la realidad no es discurso sino acción: voluntad de poder real.
Pero como dirá Ciorán: “La irrealidad es un excedente ontológico de la realidad” y posiblemente todos los discursos posmodernos sean deudores de ese excedente. Dirá Heidegger, interpretando a Nietzsche, que “como esencia de la voluntad, la esencia de la voluntad de poder es el rasgo fundamental de todo lo efectivamente real.” Esta idea nos lleva al ser y a la negación como afirmación del mismo, esto es, al nihilismo. Continúa Heidegger: “Así pues, el nihilismo sería en su esencia una historia que tiene lugar con el ser mismo. Entonces residiría en la esencia del ser mismo el hecho de que éste permaneciera impensado porque lo propio del ser es sustraerse. El ser mismo se sustrae en su verdad. Se oculta en ella y se cobija en ese refugio”. Así, nos es inevitable pensar no a partir el ser sino a partir el trasunto del ser. Vivir en la apariencia tal vez sea el destino del ser en su construcción ideal de realidad.
Posiblemente fuese adecuado revisar “La lógica formal y lógica trascendental” de Husserl para hallar las evidencias de la experiencia. Ahí vemos que la evidencia es una creencia absoluta de carácter psíquico que como verdad es una idea que se sitúa en la experiencia, la cual es infinita. Descubrir las leyes esenciales, como intentó Descartes, nos conducen a la búsqueda de la evidencia absoluta de la existencia de Dios (Descartes) o de la muerte de Dios (Nietzsche).
El horizonte crítico está lejos de la realidad. La crítica es revisión, metadiscurso, simulacro. La acción pertenece al hombre y su voluntad de acción está detenida por pertenecer a una realidad falsa, que no devuelve evidencias sino metarrelatos fabricados. Hemos de volver a Marx para verificar que los medios de producción lo abarcan todo, incluso al propio consumidor, que se convierte en el objeto o sujeto de esa metafísica manufacturada. La metarrealidad, es por tanto, el fin del discurso sobre el que se asienta la posmodernidad. El sujeto, convertido en el objeto de la observación, es la metáfora de sí mismo y en su voluntad de no querer se reafirma.

jueves, 15 de marzo de 2007

Escritura ontológica

El acto trascendente viene marcado por el hecho de escritura. No puede decirse que todo hecho de escritura se realice en una especie de nirvana, sino que todo escribir sitúa al ser más allá de sí, en un relato al que darle forma al ser: es, de hecho, una actitud metafísica. La calidad de la obra, del texto, podría medirse, en base a este criterio, según la virtud metafísica mostrada. La experiencia de la lectura es la que aporta los criterios y valora la trascendencia de la obra.

martes, 13 de marzo de 2007

Blogs y poesía



El poeta tiene un espacio para mostrarse. Es un medio de carácter hipertextual que, de alguna manera, actualiza las formas, en este caso, poéticas, de comunicación. El poeta plasma, desde cierta distancia trascendente, su experiencia cotidiana y sus delirios grandilocuentes.

viernes, 9 de marzo de 2007

Ética y moral


¿Quién dijo que matar estaba mal? Actualmente casi todos lo sabemos, la moral y la justicia nos lo recuerdan. La conciencia colectiva se hace cargo de unas normas para sobrevivir en su grupo, que llamaremos sociedad. ¿Qué es lo bueno y qué es lo malo? Es una buena pregunta.

Una de las obligaciones éticas más importantes es “no matarás”. Obligación ética en tanto que pasa al entendimiento del individuo y obligación moral en tanto que el individuo la acepta con el fin de preservar la convivencia con sus semejantes humanos. Por eso, otra de las obligaciones éticas más importantes es “ser feliz”. Algo que la moral no se atreve a aceptar pues ha de preservar cierta libertad al individuo.

Las normas morales, que repercuten en el sujeto ético, han sido recogidas en leyes, mandamientos, salmos, etc. Todo eso forma parte de la civilización, recordando a Max Weber, mientras que la cultura recoge las aproximaciones éticas, o búsquedas de unos fines del individuo desde “sí”, desde su entidad abstracta y cultural. La cultura es el arte. Es el pensamiento.

La ética es carácter, voluntad de ser, la moral es costumbre, voluntad aprendida. Pero ambas palabras están muy cercanas, recogen un mismo problema que gira en torno al Tú y al Yo, pues la individualidad no puede completarse sin el Tú, así como la Comunidad no puede reafirmarse sin sus Individuos.

La tendencia hacia el mal deviene de la voluntad libre del individuo que traspasa las fronteras de lo moral. El libre albedrío opera en la conciencia y en los instintos del hombre. La cultura tiende a acentuar el carácter de la conciencia por encima del de los instintos. Dirá Dostoievski que la mayor enfermedad es la de la conciencia.

“Yo amo a quien castiga a su dios porque ama a su dios”. Dijo el Zaratustra de Nietzsche. Nuestra civilización ha dejado ejemplos históricos que ilustran esta afirmación. Todavía hoy el problema es un hecho, aunque la palabra “dios” podría sustituirse por cualquier cosa. También dijo Zaratustra: “Debéis tener solo enemigos que haya que odiar. Pero no enemigos que haya que despreciar, es necesario que estéis orgullosos de vuestro enemigo.” ¿Es, acaso, esta máxima un principio ético? Al menos, se plantea como tal, pero la lectura es múltiple. Como ya he señalado la conciencia es la protagonista de su libertad. El individuo fundamenta sus valores éticos en la cultura, por ejemplo en la Filosofía. Su “ethos” tiende al equilibrio, o al menos, requiere de él. Pero la entropía es siempre el comienzo, el desorden, el caos.

Si reflexionamos en torno a la ética y la moral hemos de preguntarnos primeramente quién reflexiona. La conciencia parte de uno mismo (el individuo) y sólo en sí misma se completa.

Terminaré con otras palabras de Zaratustra, para ilustrar mi convicción del problema que planteo: “Pues, hermanos míos: ¡lo mejor debe dominar, lo mejor ‘quiere’ también dominar” Y donde se enseña otra cosa, allí ‘falta’ lo mejor”.

La ética es voluntad, y la moral es la imposición de un querer dominar la ética. La moral se superpone a ella: limitándola y obligándola a exceder los límites de su conciencia.

domingo, 4 de marzo de 2007

La batalla interior

Lo verdaderamente insoportable es pensar que todo es soportable.

Como un rayo, herido de felicidad, prendiste tu futuro.
Como una flor encencida llegaste al ocaso.

Después vino el sueño prolongado que produce el cansancio,
volver a despertar: de nuevo la promesa,
la batalla interior, inacabable, de la esperanza.

jueves, 22 de febrero de 2007

Cansancio del que ya no camina

"Soy las huellas que ya he pisado".

Un resplandor a lo lejos confunde

los pasos derruidos del que una vez fue,

pero ya muere, entretenido, lejano de sí,

en la más pura incertidumbre del silencio

aquel soñador que nunca despertó de la derrota.

martes, 13 de febrero de 2007

Reiki




El Reiki nos enseña a conocer el mundo a través de un canal de energía universal que va limpiando cuerpo y mente, elevándolo a la pureza de sus dimensiones espirituales.


Preceptos:

viernes, 9 de febrero de 2007

La condición pragmática

Se han puesto de moda los libros canónicos, esos que se titulan así: “Las 1001 mejores películas de todos los tiempos” o “Los 1001 mejores libros” o “Los 1001 mejores discos”, etc. Está claro que la cultura se puede catalogar, clasificar por géneros, años, orden alfabético… Pero todo esto viene de mucho antes, desde la historia misma de la Enciclopedia y el afán por catalogar todo el saber. Ahora hay libros que propugnan lo que hay que saber, la cultura que debemos conocer, el vino que estamos obligados a degustar. Las editoriales saben que a los lectores les gusta tener las ideas claras. Junto a cada libro debería venderse un suplemento que aconsejara las mejores páginas que hay que leer, así nos ahorraríamos perder el tiempo en muchas novelas aburridamente largas, o en sinfonías musicales en las que solamente el 2º movimiento merece la pena. Al abrir el libro podríamos encontrarnos con mensajes del tipo: “Lea la página 12 y luego pase a la 50, son las únicas buenas”.

Los que se sienten herederos del Humanismo gustan de difundir tales ideas económicas de la cultura, digo económicas porque sólo incitan al consumo, vendiendo el producto eficazmente empaquetado con todo tipo de atractivos adornos.

A los más jóvenes también les gustarán esos libros, por ejemplo cuando tengan que leerse una novela que les han mandado en el instituto, sólo tendrán que leerse el capítulo correspondiente al libro que reseñe tal obra, el joven se preguntará, y con razón, “¿para qué voy a leerme el libro si existe tanta información sobre él?” La mayoría no recurren al libro, “¿para qué gastarse veinte euros, o lo que cueste, si puedo mirarlo gratis en Internet?”

Otra vez el tema de Internet y su abundancia de información nos abruma porque estamos ante la nueva Enciclopedia del siglo XXI, el sueño ilustrado tiene su referente pragmático en este fenómeno que consiste en trasladar todo el saber al medio virtual. Incluyendo ese saber como la experiencia intelectual, cultural y referencial de la realidad. La televisión mismo, o el cine, se hallan incluidas en este formato, que lo abarca todo, y amenaza con sernos necesario. ¿Podrán las generaciones venideras concebir el mundo sin un ordenador con red al mundo? Está claro que no, ésa es la realidad del siglo XXI, la droga necesaria para soportar la levedad del ser transitorio, del hombre que mira a las estrellas a través de la página oficial de la NASA.

La evolución va dejando sus frutos. Una de las cualidades del ser inteligente es su capacidad para economizar sus esfuerzos. La inteligencia es rabiosamente pragmática. Y con Google todos estamos a salvo. Todo lo que deseamos conocer está en la Wikipedia. Todos los vídeos en Youtube. En definitiva toda la información y, por supuesto, la comunicación: chat, Messenger, juegos online, foros, etc… está en la Red.

La legitimación del saber es una cuestión complicada, aunque la sociedad siempre es la que legitima un tipo de saber y lo superpone a otros que desestima o desconoce. El saber científico también realiza sus fines de acuerdo a unos determinados intereses, usando el saber logrado como instrumento. Pero, a veces, todo saber es legítimo, y ahí radica el problema de esta confusión ilustrada característica del siglo XXI.

Si la sociedad elige sus herramientas para el conocimiento, si la franja humanista se cubre de valoración a posteriori de los hechos del conocimiento, corremos el riesgo de que la evolución sea mínima, e incluso se llegue a la involución.

Como en la Caverna de Platón el relato ha de sernos contado, narrado a través de las sombras del relato, que no es más que un trasunto de las realidad. Pero la realidad siempre se empeña en esconderse, legitimarla es arriesgarse a abandonar la caverna corriendo el peligro de cegarnos ante la verdadera imagen de lo existente. Todo a nuestro alrededor nos informa de algo implícito, donde lo explícito obtiene un carácter hipotético insostenible por la lógica posmoderna.

El saber nos da unas coordenadas exactas de la caverna pero sin indicar el lugar de salida, porque éste sólo se afirma en la persona a través del camino personal, en el que ninguna guía urgente podrá dirigirnos, ya que el saber produce desaliento cuando no se experimenta.

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