jueves, 27 de julio de 2006

Crónica de un encuentro


A pesar de la televisión y de otras muchas cotidianas distracciones que casi por inercia consumen nuestro valioso tiempo, hay otros momentos que se ofrecen propicios para el cultivo de una enriquecedora tarea llamada 'lectura'. Bien es cierto que aquello que entendemos por lectura comprende un panorama sumamente amplio o sumamente estrecho, según el lector, habitado generalmente por revistas y magacines, periódicos, novelas, cómics, etc.
Cada día salen al mercado un número elevadísimo de libros y da la sensación de que actualmente hay más escritores que lectores. Pero verdaderamente son pocos los buenos libros que podemos encontrar y la mayoría de ellos no se exhiben en los escaparates sino que duermen en las segundas o terceras filas de las estanterías.
Así es como doy comienzo a la crónica de mi encuentro con uno de esos libros, quasi secreto, en una de esas grandísimas superficies de libros o también llamados 'mercadillos de best-seller'. De nuevo descubro que un libro nos invita a abandonar por un tiempo la realidad, que nuestros quehaceres y preocupaciones quedan atrás y es otra voz, no la de nuestra conciencia, la que escuchamos, siempre con incertidumbre y confiada esperanza.
El libro que encontré es de género filosófico. Su autor: Cioran. Y una frase en el 'incipit' del transcurso del texto ya sobradamente lo justifica en su conjunto: “Sólo se libera el espíritu que, puro de todo contubernio con seres u objetos, se ejerce en su vacuidad”. Esta máxima nos traslada a la clásica oposición de formas de vida entre Oriente y Occidente. Frente al trasiego y desbordamiento de nuestra civilización se sitúa el quietismo o vacuidad del Tao chino, del Zen japonés o de las doctrinas búdicas de la India, verbigracia. Cioran nos dice que en nuestra civilización los que verdaderamente asumen el modo de vida oriental son los mendigos. Estoy deacuerdo con ello salvo en el hecho de que la mayoría de los mendigos no son lo que son por perseguir un fin espiritual sino porque no les queda más remedio que asumir su desesperada condición de mendigos, la cual aborrecen y calman con su prolongado y amargo alcoholismo. Es decir, no hay una elección consciente en el mendigo de vida espiritual y la mayoría de ellos, como en el poema de Espronceda, son forzosamente cínicos.
Otro estilo de vida occidental que trata de asumir, ya consicentemente, modos de vida espirituales, éticos y/o filosóficos, religiosos o culturales (gastronomía, música, vestimentas..) venidos de Oriente se ha definido como 'New age'. Pero este movimiento en la mayoría de los casos alumbra superficialmente la vida de sus practicantes y pocos son los que viven con verdadera fidelidad el significado profundo de las doctrinas con que simpatizan. Apunta Cioran que “Estar a la altura de la eternidad es también vivir al día”.
Este modo de vida, de liberación absoluta y desapego, invita a asumir una ética radical en la cual, ligeros de equipaje, nuestra vida, tal que serenos 'budas', fluyese en el día a merced del instante. Se pregunta Cioran, y vaya esta pregunta destinada a aquellos simpatizantes y practicantes de la 'New Age', si ¿“es concebible el Buda fiel a sus verdades y al mismo tiempo a su palacio”?
¿Es posible alcanzar un equilibrio, me pregunto yo, entre el modo de vida oriental y occidental? ¿Sería posible que nosotros, los occidentales, optásemos sabiamente por mirar a Oriente con la capacidad suficiente de aplicar e integrar aquello que complementase y llenase las carencias de nuestra agitada y desorientada civilización?Yo creo que sí. Que esto podría lograrse de una manera razonable, sin caer en cinismos ni hipocresías.
Mi excursión por la librería ha resultado ser enriquecedora, este hallazgo extraordinario llamado 'La tentación de existir' de E.M. Cioran me ha permitido volver a reflexionar acerca de un asunto sumamente interesante y que merece la pena pensarlo detenidamente en más de una ocasión. Y ya sea desde alguna librería o presencialmente (desde la India, Cnina o Japón, p.ej.) resultaría muy grato hacer una visita a nuestros vecinos de Oriente, los cuales tienen, sin lugar a dudas, mucho que enseñarnos.
Artículo publicado en el periódico El Pueblo de Albacete
27-07-2006, José Manuel Martínez Sánchez ©

jueves, 6 de julio de 2006

No aire

Manantial de preguntas sin respuesta
Es mi vida de ahora
Piedra auditiva
Privada
De luz

Mi palabra como el tacto
Invoca placeres que llegan:
Brisa, abrazo, suspiro de belleza,
Lamento de amor sin
Respuesta.

Placeres que se colman solitarios
Ruinas que se levantan y nuevamente
Mueren.

Como un árbol en la llanura del desierto
Como un cuadro en el abismo del espacio
Como una nube en los ojos del ciego
Mi deseo te busca y se expande
Fatigado
Entre arbustos
Donde no sopla
Ni siquiera
El no aire

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