miércoles, 9 de agosto de 2006

El rayo de luz que habita en las palabras (Sobre el fenómeno poético)


La virtud del poeta no es otra que saberse herido por la palabra. No es otro el placer que siente: la resurrección de la música en el silencio, la palabra herida por el viento. Sus versos quieren salpicar al mundo, quieren doler al sacrificio estéril de la belleza. Sus versos no son otra cosa que vida, vida constante que deviene de la voluntad de permanencia. 'Poesía', 'noche', 'soledad'…, palabras que designan lo inabordable y que unidas, misteriosamente dispuestas, son algo más que nombres y conceptos. La poesía eterniza, con sagrado ritmo, la fugacidad inconmensurable de la vida. Trata de captar lo inmediato y a veces lo consigue. Se aproxima a lo indecible y a veces lo define. Esto es poesía: la revelación en verso de lo que permanece, visible o invisible, en la humana conciencia universal. La luz que habita en las palabras resplandece mediante el fenómeno poético, es un acto eléctrico de magia verbal, de energía creadora. El poeta es el conductor de esa energía y el poema, pleno en sí mismo, realiza el milagro de la luz simbólica, rodeando a los significantes de entes con significado pleno y expansivo. El fenómeno del verbo poético lo registra cada lector, susceptible de recibir esa descarga eléctrica que desprende toda poesía digna de llamarse poesía.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

¿Y el fenómeno del adjetivo poético?

jorge angel dijo...

poética descripción del poeta y su poesía, la eternificación de un instante grabado en la "humana conciencia universal".

saludos

Anónimo dijo...

me encanto esa frase "La virtud del poeta no es otra que saberse herido por la palabra."
tendre que usarla..
saludos

Anónimo dijo...

La poesía que hice en bachillerato sobre la poesía jajaja. Mis comienzos.

Garabatos en una hoja de papel en sucio
que escupe un bolígrafo desorbitado.
Tachones, dudas, tinta a borbotones
barullo de letras y sentidos confusos.

Entre telarañas, parpadea tenue un mensaje,
escrito en palabras, envuelto en música,
desvelan juntas el verdadero lenguaje
de perfumes, melodías y caricias únicas.

Pinceladas chispeantes, pintura sin dueño,
esculturas de mil formas inimaginables,
acordes que fluyen tras un compás inefable,
mejillas mojadas, latidos, sonrisas y sueños…

Sin reglas, sin límites, donde todo es posible,
en el mundo de soles, flores y campos nevados,
de duendes, colores, amores invencibles…
en el lugar por donde vagan misterios velados.

La expectación del que tira al aire un dado,
el intento del que quiere gritar al mundo entero
sin saber cómo; escogiendo por arma al lapicero.
Jeroglífico cifrado de un ser extraviado.

Para rendir culto a la diosa de las emociones,
a la reina de las artes y de la fantasía
musa que despierta todos los sentidos, mi amiga,
la que me guiña un ojo,
Poesía.

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