sábado, 13 de enero de 2007

LA CULTURA POSMODERNA



I
Todavía es difícil, posiblemente por la cercanía, que no nos deja suficiente perspectiva, tratar de definir los rasgos esenciales que conforman lo que se ha venido en llamar “época posmoderna”, la cual se corresponde con la nuestra.
Comprendiendo los fisonomías particulares de esta época, incluida, y por encima de todo, su cultura, podremos, no sólo conocer el presente, sino anticipar lo que vendrá, en el momento en que esos rasgos esenciales dejen de existir y se sustituya por otra cosa, en muchas ocasiones, contradictoria en su carácter de expresión, a la anterior. No hace falta repetir aquella teoría de la Historia que afirma que al espíritu de una época se le opone el espíritu de la siguiente. En la posmodernidad las dualidades son también internas.
Para Giles Lipovetsky tres son las características, o como él las concibe, las tres paradojas que configuran el carácter de lo posmoderno. Paradojas o contradicciones en sus mismos principios, esto es, frente a la idea de mundo globalizado la idea particularista o nacionalista y, en la misma línea, frente a una sociedad laica, que olvida las identidades religiosas la existencia de una continua exaltación o fundamentalismo religioso que da origen a muchos de los conflictos de la sociedad. Frente al desapego y desinterés por la cultura la necesidad de guardarla toda y conservarla (museos, bibliotecas…), lo que Lipovetski llama “efecto patrimonio”, que finalmente, con un mundo consumista y feroz con los recursos (medios) para conseguir sus fines hay la preocupación de cuidar, salvar, e incluso vivir con, por y para los recursos naturales estableciendo una cultura ecologista y progresista.

II
La creciente producción y consumo de las sociedades industrializadas, esto es, de los países desarrollados, nos obliga a mirar este tiempo con el prisma del extrañamiento. La sociedad moderna nació con la libertad, no democrática, sino económica, o, al menos, cuando las estructuras económicas se personalizaban y ponían de relieve su importancia como estructura social a la que pertenecen unos derechos esenciales.
Uno de estos derechos es el de “consumo”, es decir, la participación, no sólo en el proceso de producción, sino en el segundo proceso que viene a construir, con el liberalismo, lo que se ha llamado “estado de bienestar”.
El estado de bienestar concede unas garantías burguesas que han cristalizado en la creciente “comunicación de masas”, la cual ha dado una “sobresignificación” de sus potenciales. Actualmente todo el consumo es un fenómeno de masas a través del cual se comunica la sociedad.
La única manera de conquistar el individualismo es transformando en mercancía la meta de los privilegios –y derechos- sociales. Crear una sociedad hedonista, de carácter consumista, e indiferente a la política, significa haber entrado en la posmodernidad. Afirma que Lipovetsky que “son sociedades arrastradas por la lógica y la temporalidad de la moda, es decir, por un presente que destruye o descalifica cada vez más rápidamente la autoridad de la tradición y del pasado”.
Entramos en el tema de “la conservación de la cultura”, una cuestión fundamental, que arranca desde el siglo XVIII, y que nos tiene todavía desconcertados. Dice Peter Bürger que la cultura podría ser simplemente “capacidad de conservación”. Esta cuestión es radical para entender nuestro presente.

III
Un presente despreocupado, pero que tiene como obligación moral emprender regresos hacia el pasado, pero de una manera fría, enlatándolo en museos, exposiciones, bibliotecas y toda serie de recursos idóneos para convertir la cultura en producto, en mercancía. También nos encontramos con el olvido e indeferencia hacia las políticas o la religión, y, paradójicamente, darse el proceso contrario, de individualismo regional o religioso. La sociedad posmoderna es consumista, pero a su vez se preocupa por sus recursos (ecologismo), y las grandes empresas reservan un espacio para su “obra social”.
La cultura posmoderna tan sólo acepta las raíces del liberalismo capitalista, cada vez más desenfrenado, siguiendo con sus remos hacia ninguna parte, remando contracorriente. Por eso su razón de ser se nos representa paradójica.


(Artículo publicado en el periódico "El Pueblo de Albacete", el jueves 11 de enero de 2007, José Manuel Martínez Sánchez.)

3 comentarios:

Hugo Martínez Abarca dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
María dijo...

Hola! he llegado aquí de casualidad por un mail que me han mandado de los premios blog.La verdad es que paso un poco de las votaciones, pero me gusta este blog; de vez en cuando vendré a ver que se cuenta usted :P
Saludos!

Aitor Lourido dijo...

saludos

he caído aquí por casualidad. me interesa especialmente el tema de la posmodernidad. quizás te interese intercambiar pareceres. en mi blog tengo un artículo al respecto que a lo mejor podría aportarte algo, aunque veo que ya eres muy solvente en este asunto. me pasaré por aquí más veces. un saludo.

http://ex-profeso.blogspot.com

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