miércoles, 19 de agosto de 2015

Sobre crisis y utopías

La utopía es posible porque la capacidad de soñar no se perderá mientras perdure el género humano. Un buen gobernante ha de aspirar a un proyecto claro en el que se vean reflejadas las voluntades de la mayoría. Pero esta mayoría debe saber lo que quiere, debe dictar de alguna manera su destino a través de su acción participativa en la sociedad. Una sociedad sana y sostenible debe velar por su propio mantenimiento y negar con contundencia que se la trate como un mero objetivo para el consumo y otros intereses del mercado. Hoy día, lamentablemente –este es uno de los rasgos del capitalismo- un sinónimo para el individuo es el de consumidor. En realidad, la palabra individuo está perdiendo su valor, el sujeto se está evaporando, está dejando de respirar ese preciado valor conquistado por la modernidad y el humanismo llamado “individuo libre”. El consumidor sólo tiene una característica: su nivel adquisitivo. Difícil es saber hoy día, en esta crisis también –o sobre todo- de valores, para quién se gobierna y para qué. Ese objetivo, ese proyecto social que el humanismo aportó se está desintegrando hoy. No podemos pretender que un sistema intoxicado de capitalismo nos siga ofreciendo todas las garantías a las que un auténtico estado de bienestar aspira. Un sistema enfermo no sabe procurar salud, su sino es degenerar, envilecer la igualdad, hiperbolizar las desigualdades, jugar a la descarnada competencia. No hay otra cosa, no es otro el mal, no es otro el germen del problema que el egoísmo, eso tan primario que se bifurca con el tiempo en un sinfín de senderos. Esperemos pues, confío en que sí, creamos en las utopías, que vengan pronto tiempos más generosos.

La Tribuna de Albacete, 19-08-2015

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