Llueve en los rincones del alma.
¡Hay dentro tanta sequedad
esperando el amor!
Heladas gotas de lluvia
riegan el silencio
de las horas que pasan.
El mundo se hace una esponja de llanto.
El cielo gris agita la desolación.
Hoy llueve solo
en las esquinas de los abandonados:
los dejados a su suerte por un mundo
que pasa de largo, preocupado de sí,
de nadie.
Hay un puente en medio de la niebla,
detrás de los rascacielos y el griterío
de los automóviles. Hay un puente
que es la última esperanza.
Un puente hacia el abismo.
Allí van a parar, sin nada en los bolsillos,
entre sed y agonía,
los abandonados.
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