Para llenar nuestro vacío existencial vamos a los centros comerciales. Hay algunos que se encuentran en el centro de la ciudad, pero otros están a las afueras y la visita se convierte en una excursión de, a veces, una jornada entera. Comida, merienda, compras, cine, bolera, pubs, conciertos, etc. Todo está allí, todo a lo que el hombre posburgués puede aspirar. El paraíso de las urbes, la periferia convertida en centro urbano. No es de extrañar que las ciudades ahora giren en torno a estas construcciones, y el llamado centro histórico sea el pasto de la nueva pobreza. No es de extrañar que se edifique en torno a esas parcelas de ociosidad y consumo. Estamos vacíos, el trabajo nos deja sin fuerzas idealistas. Y el sueño se llama "cultura del consumo". Todos caemos, estamos atrapados en la red. No hay manera de no sucumbir ante el infernal paraíso de nuestras aspiraciones metafísicas transferidas en mercancía. Los centros comerciales son la verdadera religión de la clase media: aquella que sueña su felicidad entre espasmos de esclavitud redentora.
3 comentarios:
Y eso en ocasiones es porque el hombre intenta meter un pez-gato en una calabaza, o el mar en un agujero en la arena, según qué cultura. Hasta que la ciudad se convierta en un parque temático, entonces es posible que hayamos tocado fondo.
Grandiosa "Dare-mo shiranai", buena referencia.
Por desgracia, Josema, tienes razón. Mi padre me contaba que, cuando era pequeño, estaban deseando que llegara un domingo, para ir a comer al arroyo del Tamarguillo (hoy en día está edificado y es una Ronda). El Sábado era el día de los preparativos... El Domingo, cogían el bus, llegaban y sacaban sus comidas, jugaban, comían, reían y volvían, cansados y felices... Yo misma recuerdo los días de Domingo en Cádiz o en la playa o en el campo... Ahora la gente va a los centros de ocio y comerciales, o se pasan haciendo zapping o viendo dvd que han bajado del E-Mule... No sé.
Un abrazo muy fuerte, Josema.
me acas de descubrir porque me cuesta tanto encontrar un sitio en esta vida: yo no estoy vacía.
Un beso.
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