Una famosa página de Internet dedicada al cine, cuyo nombre es IMDB (Internet Movie Data Base), dispone de un “Top 250”, esto es, de una lista o canon de las 250 supuestas mejores películas de la Historia del Cine según los visitantes de la web. Cada película tiene incluso una puntuación determinada, que es la media aritmética resultante de cada valoración por usuario. Así, la mejor película de la Historia del Cine, a día de hoy, es “El Padrino”, con 204,392 votos y una nota media de 9’1 sobre 10.
Resulta interesante observar los gustos de los lectores, ya que representan, por el gran número de votos que se efectúan, al público del cine en general, y ver cómo estos simpatizan o reniegan de las películas. Esta página web recoge, o desea recoger, todas las películas existentes en el mercado y para todas ellas se ofrece la posibilidad de efectuar un voto por usuario, previamente registrado.
Este “Top 250”, a mi entender, como digo, representa un gusto popular, no especializado, con el que cabe la posibilidad de atender a la recepción del cine en el público, y no, como en otras ocasiones se hace, en los subjetivos, limitados y constreñidos críticos de turno. Pero, desgraciadamente, si repasamos el “Top 250” tampoco podríamos quedar muy conformes con el resultado general, absurdo en muchos casos, afectado por películas mediocres sublimemente valoradas (El Señor de los Anillos: 8’8, Star Wars: 8’8, Rocky: 7’9, etc.)
Sin embargo, no por esa razón conviene despreciar este “Top” tan disparatado, incoherente y complaciente con la Industria. Cabe analizar los gustos generales, el porqué de este tapiz extraño donde “Terminator”, protagonizada por Arnold Schwarzenegger, Gobernador de California, tiene la misma nota que “Manhattan” de Woody Allen. Sin duda son públicos distintos los que votan a una y a otra película, ya que no cabe en ninguna cabeza que una misma persona pueda amar las dos películas por igual. Aunque eso sería muy posmoderno, por otra parte.
Ya no se puede decir aquello de que la sabiduría popular nunca se equivoca. Esta lista es la prueba del desequilibrio estético de nuestro tiempo. De cómo lo más sublime puede estar cerca de lo más banal e intrascendente. El ser humano es así: proteico, vario, disímil, absurdo.
Pero no hay que precipitarse en juzgar esta situación como una gran tragedia, sino, mirándolo bien, como una parodia de que lo somos o de lo que el arte nos hace ser. Los hechos nos revelan la parodia que nosotros mismos hemos creado de lo que somos.
Es, por tanto, el arte, en este caso, el cine, un espejo de nuestra mediocridad. Pero también de nuestra grandeza. De nuestras limitaciones, pero también de nuestro espíritu sensible.
Finalmente este espejo puede volverse contra sí mismo y legitimar lo mediocre. Seguro que más de alguno se ha decidido a ver determinada película por la buena nota que recoge en esta página; y, por otro lado, ha dejado de ver otras porque su nota no es tan buena. Este es el problema de la subjetividad y la desorientación, también el problema de la pasividad o del dejarse orientar por miedo a pensar por uno mismo. O, simplemente, porque no hay tiempo ni ganas para ello.
A fin de cuentas somos lo que vemos. Vemos lo que creemos que somos. Y no vemos lo que creemos que no somos. No hay, sin embargo, la posibilidad de desilusionarnos, pues, afortunadamente, todos tenemos la posibilidad de votar, pero sí, admitiendo que nuestro voto pueda perjudicar al prójimo. Ese es el gran conflicto: la pérdida de la legitimidad. De nuestra auténtica y necesariamente defendible legitimidad.
1 comentario:
Sálvese quién pueda... Me pregunto dónde quedará Capra en ese ranking.
Saludos.
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