sábado, 28 de abril de 2007
Akira, sobre héroes y otakus
sábado, 21 de abril de 2007
Sueños
viernes, 20 de abril de 2007
Cho Seung-hui: la masacre de Virginia y un verdugo
Dicen que estas cosas sólo pueden ocurrir en los Estados Unidos de América. De hecho, la lista de asesinos de masas en EE.UU cuenta con una larga y penosa tradición. Cuando una tragedia de estas ocurre la sociedad por unas semanas reflexiona sobre sí misma, ya que el enemigo está dentro, se ha educado en el Estilo de Vida legitimado e idealizado. En los EE.UU el discurso, sin embargo, autocrítico es limítrofe, yo diría que inexistente.
En el caso de Cho Seung-hui, este ciudadano norteamericano originario de Corea del Sur, es destacable que estudiase filología en una prestigiosa universidad. Pero, evidentemente, cabe dudar de la calidad literaria de sus relatos. Y lo más conveniente sería publicarlos cuanto antes evitando una cierta mitificación por parte de jóvenes estadounidenses sensibilizados con su actitud. Creo, y esa es mi visión del asunto, que el problema fundamental de todo esto es precisamente el peligro de que se convierta en mito, por la realidad traumática que proyecta en la sociedad, un comportamiento semejante. Conseguir un arma en Estados Unidos es mucho más fácil que en Europa, pero no olvidemos que en Europa, recurriendo al tráfico ilegal, también pueden conseguirse armas si realmente se desea. Considero que ese no es el problema sino exclusivamente la mente, la psicología del asunto. Y esta psicología está estrechamente unida al estudio de la psicología social norteamericana. Lean “American Psicho” y descubrirán a un escritor que podría haber sido tachado de psicópata en potencia. ¿Hemos de condenar esas obras, a esos escritores? Evidentemente no. ¿Hemos de condenar entonces a la sociedad hipócrita que suscita esos relatos? Evidentemente tampoco.
No es de extrañar que los dramas teatrales de Cho Seung-hui no pasen jamás a la historia de la literatura, pero es que, aunque realmente fueran obras maestras de la literatura y se valorase la obra creativa de un asesino en ningún caso podría justificarse su actitud social. Por suerte Baudelaire no terminó matando a un grupo de parisienses que paseaban por algún bulevar. Y si lo hubiera hecho hubiera cumplido su condena social aunque literariamente hubiera recibido otro tipo de justicia.
Lo único que queda sin justificación es el asesinato real: el que esparce su sangre por el suelo de una institución del saber, como es una universidad, en este caso la de Virginia. Las manos manchadas de sangre de un ser cuyos únicos relatos fueron la cobardía de matar.
Relatos injustificables de un verdugo que no aprobó el examen humano de la vida.
jueves, 12 de abril de 2007
La cultura del consumo y los centros comerciales
Señala Ortega en “La rebelión de las masas” que “el mundo, de repente, ha crecido, y con él y en él la vida”. Es una evidencia que el crecimiento demográfico entraña una de las características del siglo XX y lo será del XXI. Todo tiende a globalizarse, queramos o no. Los centros comerciales son un ejemplo de ello: son todos iguales. Eso significa que el hombre tiene las mismas necesidades y gustos. Es arriesgado hablar de necesidades en la cultura del consumo, ya que ésta, casi siempre, redunda en lo innecesario. Sigo con Ortega: “La actividad de comprar concluye en decidirse por un objeto; pero, por lo mismo, es antes una elección, y la elección comienza por darse cuenta de las posibilidades que ofrece el mercado. De donde resulta que la vida, en su modo «comprar», consiste primeramente en vivir las posibilidades de compra como tales. Cuando se habla de nuestra vida, suele olvidarse esto, que me parece esencialísimo: nuestra vida es, en todo instante y antes que nada, conciencia de lo que nos es posible. Si en cada momento no tuviéramos delante más que una sola posibilidad, carecería de sentido llamarla así. Sería más bien pura necesidad.”
miércoles, 11 de abril de 2007
martes, 10 de abril de 2007
Destino literario
domingo, 8 de abril de 2007
Los centros comerciales o el aire puro del hombre posburgués
sábado, 7 de abril de 2007
Brick
El actor principal es Joseph Gordon-Levitt ("Misterius Skin", "Letter Days") y en mi opinión su interpretación es sobresaliente, sin duda dará mucho que hablar este actor.
Lo único negativo, a mi entender, es que cae en ocasiones en algunos tópicos argumentales de este tipo de películas, pero, en general, este pequeño defecto se disculpa porque el director, Rian Johnson, ha conseguido unos notables resultados técnicos y estéticos.
ME ha encantado el ambiente captado (una atmósfera casi surrelista y enrarecida a medida que avanza el film), la música muy bien escogida y la interpretación original de los jóvenes personajes. Se nota que hay un director con talento propio, y no vendido a la industria, detrás de esta cinta.
Por tanto, la recomiendo encarecidamente, si usted desea pasar un rato intrigado, sin preocupaciones metafísicas, solamente con la curiosidad a flor de piel. ¿Qué está pasando?, ¿qué va a pasar?, ¿qué ha pasado?. Esas son las preguntas que con más frecuencia fluyeron por mi cabeza. Pero, a fin de cuentas, creo que lo más importante en este film no es lo que pasa sino cómo pasa, sin duda el director lo ha conseguido.
BRICK, Brian Johnson. (USA, 2005)
Ver ficha en Imdb - FilmAffinity
viernes, 6 de abril de 2007
Pecado original
El hombre odia por temor a no ser amado.
La peor amenaza formulada en
jueves, 5 de abril de 2007
Un voto en blanco
Una famosa página de Internet dedicada al cine, cuyo nombre es IMDB (Internet Movie Data Base), dispone de un “Top 250”, esto es, de una lista o canon de las 250 supuestas mejores películas de la Historia del Cine según los visitantes de la web. Cada película tiene incluso una puntuación determinada, que es la media aritmética resultante de cada valoración por usuario. Así, la mejor película de la Historia del Cine, a día de hoy, es “El Padrino”, con 204,392 votos y una nota media de 9’1 sobre 10.
Resulta interesante observar los gustos de los lectores, ya que representan, por el gran número de votos que se efectúan, al público del cine en general, y ver cómo estos simpatizan o reniegan de las películas. Esta página web recoge, o desea recoger, todas las películas existentes en el mercado y para todas ellas se ofrece la posibilidad de efectuar un voto por usuario, previamente registrado.
Este “Top 250”, a mi entender, como digo, representa un gusto popular, no especializado, con el que cabe la posibilidad de atender a la recepción del cine en el público, y no, como en otras ocasiones se hace, en los subjetivos, limitados y constreñidos críticos de turno. Pero, desgraciadamente, si repasamos el “Top 250” tampoco podríamos quedar muy conformes con el resultado general, absurdo en muchos casos, afectado por películas mediocres sublimemente valoradas (El Señor de los Anillos: 8’8, Star Wars: 8’8, Rocky: 7’9, etc.)
Sin embargo, no por esa razón conviene despreciar este “Top” tan disparatado, incoherente y complaciente con la Industria. Cabe analizar los gustos generales, el porqué de este tapiz extraño donde “Terminator”, protagonizada por Arnold Schwarzenegger, Gobernador de California, tiene la misma nota que “Manhattan” de Woody Allen. Sin duda son públicos distintos los que votan a una y a otra película, ya que no cabe en ninguna cabeza que una misma persona pueda amar las dos películas por igual. Aunque eso sería muy posmoderno, por otra parte.
Ya no se puede decir aquello de que la sabiduría popular nunca se equivoca. Esta lista es la prueba del desequilibrio estético de nuestro tiempo. De cómo lo más sublime puede estar cerca de lo más banal e intrascendente. El ser humano es así: proteico, vario, disímil, absurdo.
Pero no hay que precipitarse en juzgar esta situación como una gran tragedia, sino, mirándolo bien, como una parodia de que lo somos o de lo que el arte nos hace ser. Los hechos nos revelan la parodia que nosotros mismos hemos creado de lo que somos.
Es, por tanto, el arte, en este caso, el cine, un espejo de nuestra mediocridad. Pero también de nuestra grandeza. De nuestras limitaciones, pero también de nuestro espíritu sensible.
Finalmente este espejo puede volverse contra sí mismo y legitimar lo mediocre. Seguro que más de alguno se ha decidido a ver determinada película por la buena nota que recoge en esta página; y, por otro lado, ha dejado de ver otras porque su nota no es tan buena. Este es el problema de la subjetividad y la desorientación, también el problema de la pasividad o del dejarse orientar por miedo a pensar por uno mismo. O, simplemente, porque no hay tiempo ni ganas para ello.
A fin de cuentas somos lo que vemos. Vemos lo que creemos que somos. Y no vemos lo que creemos que no somos. No hay, sin embargo, la posibilidad de desilusionarnos, pues, afortunadamente, todos tenemos la posibilidad de votar, pero sí, admitiendo que nuestro voto pueda perjudicar al prójimo. Ese es el gran conflicto: la pérdida de la legitimidad. De nuestra auténtica y necesariamente defendible legitimidad.
martes, 3 de abril de 2007
Oscuras previsiones
¿Podría el ser humano aprender a devorar sin conciencia alguna, haciendo que sus semejantes sigan su ejemplo convirtiéndose éste en un paradigma de la moralidad?
¿Puede un hombre conducir a un abismo perpetuo a toda la Humanidad?
La Naturaleza nos vuelve pragmáticos y mediocres al dotarnos del instinto de superviviencia. Todo instinto es una lacra que conduce a la voluntad, la cual pervierte y devora.
¿Puede el hombre arrastrarse en el fango, contaminar todos sus instintos, construir una moral edénica de excrementos?
¿Podremos liberarnos de la conciencia para que salga el Sol sin que nadie lo observe y la luz irradiase como una ceguera y nuestra piel fuese sensible a su influencia?
¿Podría el hombre sin conciencia hablar a Dios sin hablarle, desde lo oscuro, devolviéndole sus cielos: haciéndole, silenciosamente, la Revolución?
Sería el silencio, la retirada perfecta. El cinismo engendrando instintos autodestructivos. El drama de una evolución humana sin conciencia.