Recordemos que para Aristóteles,
que con Sócrates y Platón son simiente del pensamiento europeo, dicho ahora que
peligra la estancia de Grecia en Europa, un buen sistema político era la
aristocracia, entendido como un gobierno plural donde gobernaran los más
capaces, en contraposición al reinado o la tiranía. Comenta Aristóteles en su Política, que son mejores los gobiernos
plurales y que buscan la igualdad, y que cuando gobiernan unos pocos, por
ejemplo una falsa y reducida aristocracia (oligarquía) o gobiernos tiránicos y
autoritarios, siempre suele mezclarse con corrupción y demagogias. “La
vergonzosa codicia de los gobernantes [comenta Aristóteles] que tendía sin
cesar a limitar su número, dio tanta fuerza a las masas, que pudieron bien
pronto sacudir la opresión y hacerse cargo del poder ellas mismas.” Y ahí
venimos a parar, al nacimiento de la democracia. Pero, he aquí la paradoja, el
caso de Grecia, que no quiere someterse a los dictados de una línea de poder
que contamina toda Europa, pone en entredicho si realmente vivimos en una
democracia, o en una democracia ficticia y tiránica. Conviene no olvidar a los
griegos. Conviene no pasar por alto que tratados como la Política de Aristóteles pueden ser guías actuales. Estamos ante los
mismos problemas, ante las mismas vicisitudes. Quizá la palabra democracia
pueda seguir usándose, pero hay que darle otra vuelta de tuerca. Hay que volver
a cargarla de sentido. Hay que resemantizar, en definitiva, nuestro futuro como
sociedad, y dejar claro que libertad o igualdad han de ser equiparables a la
palabra democracia, y que bajo ningún otro concepto se pueden pisar.
La Tribuna de Albacete, 22-07-2015
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