Es de sobra conocida la dudosa legalidad de las prácticas que, en pos de la
seguridad nacional y mundial, Estados Unidos ha llevado a cabo durante décadas. Saltan a la luz en
primera plana noticias sobre casos de espionaje masivo, por parte de la NSA
(Agencia de Seguridad Nacional) de Estados Unidos, ocurridos en Francia, donde
en sólo
treinta días se
interceptaron más de
setenta millones de comunicaciones. No sabemos si al pasear por la calle un satélite estará siguiendo meticulosamente
nuestros pasos o si todos los correos electrónicos que hemos enviado están registrados en los archivos
de alguna de estas agencias de seguridad. Es difícil conocer lo que está considerado como "alto secreto"
y si realmente toda la información que se maneja -y que posiblemente nos incluya a nosotros-
va más allá de los fines de la seguridad
nacional y puedan ser usados con otras intenciones, como por ejemplo averiguar
nuestros hábitos
de consumo o nuestros excesos de libre pensamiento. Esta impune invasión de la privacidad, falsamente
regulada por los gobiernos, pone en cuestión el propio sistema democrático y las garantías que éste ha de procurar a sus
ciudadanos.
La red de espionaje Echelon, controlada por la ya citada
NSA, intercepta alrededor de más de tres mil millones de comunicaciones cada día, datos que hacen dudar de
que sólo se
investiguen casos de sospecha de terrorismo, corrupción, narcotráfico u otros delitos, ya que
estaríamos
hablando de un número
exagerado de comunicaciones "sospechosas", un número que nos lleva a pensar
que un porcentaje alto de la población mundial estaría implicada en asuntos delictivos. Nadie está libre de las garras del poder
cuando éste
decide saltarse la ley alegando intereses de Estado. La libertad no puede
llevar consigo un ojo que nos esté mirando y controlando constantemente, pues psicológicamente esto sin duda puede
coartar nuestras acciones. Y lo realmente cuestionable de esta situación es desconocer lo que se
oculta tras la máscara
de un espionaje de seguridad, principalmente por motivos de terrorismo. ¿No habrá un espionaje estimulado por
otros motivos? Quizá les interese saber lo que pensamos, cuáles son nuestros sueños y temores, nuestros amores
o desamores, nuestras luces y sombras, con el fin de sofisticar su herramientas
de control y poder. En la actualidad el gobernante ve al pueblo como su
enemigo, pues nunca querría manipular, controlar o domesticar a quien quiere bien.
Una frase de estilo maquiavélico puede ser la de conocer muy bien a tu enemigo para
saber mejor sus puntos débiles y carencias. Y partir de ahí actuar, jugar a saciar esa
hambre con instrumentos que favorezcan al Poder.
"La Tribuna" de Albacete, 23-10-2013
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