Uno puede ser lo que es en cualquier momento, si algo lo impide es el condicionamiento, la mecanización del sentir, el ocultamiento del corazón. Cuando el corazón está al descubierto las máscaras pierden el sentido, la del otro y la nuestra, las múltiples, millones de máscaras que tapan lo que somos. A menudo se publicitan tratamientos estéticos que prometen la belleza, la cumbre de la superficie, una imagen que mostrar y con la que sentirse bien para seguir engañando al corazón entre exteriores vanos de identidad. Una máscara es un deseo encubierto de ser. Pero más allá de la superficie, indagando, en el fondo nuestro, tras la envoltura del mundo, queda al descubierto la piel verdadera de nuestras sombras, el foco agudo de la herida; y no es posible escapar de ello. Y al no hacerlo, al no escapar,
ganamos de nuevo –tras esa sombra primera, también ilusoria- la imagen real de nuestro
verdadero rostro.
3 comentarios:
Buena reflexión sobre los velos que ocultan la identidad, la verdad, el núcleo, da igual el concepto.
Me encantó tu reflexión, y sobre todo la manera en que desarrollas el tema...fastastico.
+Dama+
Las máscaras dan al hombre un sentido que pesa en las conciencias, basta con ver como manejan sus pobres bastones aquellos que arremeten contra la humildad y lucha de la gente. Bastones qu destrozan rostros, pero más corazones.
Saludos!
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