Cuando los políticos pierden la
capacidad de convencer, cuando lo que se defiende se aleja cada vez más del
interés común y se convierte en un juego de minorías luchando por el poder para
controlar a una mayoría. Cuando realmente no se sabe si la política es el
primer eslabón de la cadena o son los bancos –el mercado financiero- los que
realmente dirigen e imponen la realidad que nos ha tocado vivir. Cuando vemos
que en Estados Unidos un multimillonario xenófobo como Donald Trump puede
llegar a gobernar el mayor imperio del planeta. Cuando todo esto sucede… cabe
preguntarse si el ser humano puede estar llegando a la demencia colectiva. Cabe
preguntarse si a costa de mirar nuestros propios intereses –cegados por la
necesidad de consumir como medio de felicidad- nos estamos olvidando del
verdadero interés común de la sociedad y estamos ahogando nuestro planeta,
dejándolo sin oxígeno, agotando todos sus recursos, en un desenfrenada lucha
por tener más y más. Hace unos días, en la entrega de los premios Óscar, el
actor y ecologista Leonardo DiCaprio expresó que “el cambio climático es la
amenaza más urgente”. Nos invitó a pensar que no demos este planeta por sentado
y a comprender que esta política de la avaricia que globaliza el mundo no puede
seguir alimentándose. Sin duda, esta crisis nos afecta a todos y obviarla no
hará que desaparezca. Considero que el camino principal es la educación. Es
necesario un cambio de conciencia radical, un cambio de valores, humanistas,
comprometidos con el planeta, capaces de trascender este descontrolado
materialismo. La educación en valores facilita aprender a ser felices con
menos, pues lo que realmente nos llena no se puede comprar.
La Tribuna de Albacete, 2-3-2016
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