En
este año 2014 se cumplen cien años del inicio de la Primera Guerra Mundial,
aquel conflicto bélico que impregnó de horror a todo el planeta. El siglo XX
fue un siglo marcado por la guerra, y nos debe hacer reflexionar cada día sobre
las consecuencias fatales de tales conflictos globales, teniendo en cuenta que
a día de hoy existen más de 50 millones de refugiados, personas desplazadas a
causa de conflictos armados, siendo Siria el país que más sufre esta situación
actualmente con cerca de 9 millones de refugiados. Por ello, es necesario
concienciarnos y actuar continuamente para que los estados poderosos intenten
mediar de una manera pacífica y humanitaria, dejando atrás sus propios
intereses políticos y las soluciones bélicas con que suelen entrar a moderar,
añadiendo si cabe más fatales consecuencias a las situaciones críticas con que
se enfrentan. Pero parece quedar lejos esta utopía pacifista cuando sabemos que
el 40% del gasto mundial en armamento corresponde a Estados Unidos (le siguen
de lejos China, Rusia y Reino Unido), aunque hay que apuntar que tales
presupuestos han bajado últimamente, debido a la crisis económica. Los últimos
datos nos reflejan un gasto mundial al año de 1,75 billones de dólares en armas,
lo que supone el 2,5% del Producto Interior Bruto del planeta. Un gasto
superior, por dar otro dato más, al registrado durante el fin de la Guerra
Fría. Una situación, por tanto, que simula un campo de batalla, un gran desfile
armamentístico que, sin embargo, no nos ha de hacer olvidar –con esperanza- que
la paz es posible, comprendiendo que esa es la única y verdadera victoria digna
de ser celebrada.
La Tribuna de Albacete, 3-9-2014
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