El mundo necesitaba un cambio y el cambio ha sido dado. El nuevo presidente de los Estados Unidos de América, Barack Obama, representa esa nueva imagen de impulso y renovación que la sociedad venía pidiendo a gritos ante la nefasta gestión de George W. Bush.
La crisis económica global ha sido el último ingrediente del desastre político estadounidense, cuya decadencia, como la del Imperio Romano, era ya intuida por muchos analistas y profetas mediáticos que no contaban con la posibilidad de que el cambio político norteamericano fuera tan drástico y espectacular. Como en un concierto de rock Obama juró su cargo de presidente ante una multitud exaltada y conmovida, ilusionada por el carisma y la brillantez de un nuevo líder capaz de sembrar esperanza en un pueblo asustado y cada vez más atrincherado desde el 11-S.
Sus palabras son frescas y convincentes, propias de una cabeza con ideas y una retórica que recuerda a la eficaz oratoria romana que conmueve, convence y deleita al unísono. Hasta ahora, eso es lo que podemos ver, su carisma y voluntariosa predisposición, pero, sin duda, Obama tendrá que convencer con hechos y todos esperamos que lo haga pronto y bien, pues otra decepción sería como un jarro de agua fría no sólo sobre el pueblo americano sino sobre toda la población mundial. En mi opinión, el nuevo presidente tiene una función primordial a llevar a cabo lo antes posible; y es ser capaz de sembrar la idea y la realidad de «unidad en la diversidad». Sin duda, los conflictos se producen por diferencias entre unos y otros, por intereses colectivos que chocan con los intereses colectivos de otra esfera social. Pero, en definitiva, todos somos habitantes de un mismo lugar, el planeta Tierra, y por tanto, todos somos iguales en derechos y obligaciones, en oportunidades y deberes.
La humanidad está tardando mucho en darse cuenta de ello, a pesar de tratados formales de derechos humanos y otras cartas parecidas. Al final, cada uno mira por sus intereses, y devoramos al contrario incluso antes de que nos haga nada, no vaya a ser que nos ataque en un futuro. La simple sospecha ha quitado muchas vidas.
Georges Duby, en su ya clásico libro Historia social e ideologías de las sociedades señala algo muy obvio pero que no deja de ser la piedra con la que tropezamos siempre, al fijar la mirada en nuestro propio ombligo. Dice lo siguiente: «en una sociedad dada, coexisten diversos sistemas de representaciones, que rivalizan entre sí». Esta frase es como una ley natural de las sociedades, siempre ha sido así y puede que cueste mucho cambiar algo tan innato.
Por tanto, asumiendo que las necesidades propias de cada individuo son diferentes a las de otro, y lo mismo para las sociedades, la gran cuestión es si la resolución de estas necesidades puede realizarse de forma justa y sin daños colaterales. La idea básica de que todos nosotros somos uno, we are one, debe incrustarse verdaderamente en nuestras mentes, pues, en definitiva, este ha sido el mensaje de Jesucristo, Buda, Krishnamurti… y de tantos otros paradigmas de lo moral y lo ético personalizados en nuestra sociedad. Esta idea es fundamental para seguir adelante, así como conseguir olvidarnos pronto de esa falsa noción del capitalismo en la que al andar hay que poner la zancadilla al prójimo pues si no éste te la pondrá a ti. La competitividad, el ansia por alcanzar éxito, poder, fama, dinero, prestigio, nos ha envenenado el alma, hemos hecho de un plácido y tranquilo paseo por la vida una carrera encarnizada y a contracorriente por un océano tempestuoso y oscuro. Como señala el Tao, en la no-acción está la verdadera acción. En la resistencia hay más tensión que en la adaptación flexible a lo que tenga que venir. Al mirar al otro como un reflejo de ti mismo, olvidando la distancia entre el observador y lo observado, siendo todo una misma cosa, nos damos cuenta, realmente, de que no hay división sino unidad, unidad en la diversidad.
Publicado en el diario La Verdad el domingo 25 de enero de 2009
2 comentarios:
muy interesante tu reflexión, aunque no soy muy optimista al respecto, creo con intensidad que Obama representa una oportunidad, pero los políticos no son más que marionetas de un sistema muy complejo y aún más las cabezas de timón. Nos han ofrecido un perfil que concilia muchas oscuridades y fanatismos de la historia reciente, pero Barack tendrá que eludir su sombra de víctima o verdugo (tan bien defendido por su tétrico predecesor) y redirigir todo eso a un estado que cosas en los que no creen esos lobbies que le han ayudado a auparse. La religión ha sido una prostituta a través la cual los poderosos han mordido en esas diferencias insoslayables, creo que Jesucristo ha sido el cadáver más expoliado de todos, y normalmente nadie quiere llegar hasta el final del camino; esta sociedad prefiere el cliché, la moda, la apariencia...
unidad en la diversidad esta es una bandera muy exacta pero será mejor conversar primero con un café, pues como sabes el salto no existe, es un proceso que es mejor cocinar a fuego muy lento como hacían nuestros ancestros, paciencia y persistencia
me gusta mucho tu blog y tus gustos son bantantes parecidos a los mios aquie te dejo uno de mis blogs por si quieres pasar
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