Se ha despertado temprano y ha viajado una vez más por el sueño de después. Huele a cenizas y el amanecer parece escarcha, los ojos entreabiertos respiran todavía la penumbra, la voz muda la conciencia o lo que quede de ella. Se humedece el alma de recuerdos, de las noches de ayer y de mañana, de lo que falta para que el corazón culmine sus horas. Es todo una prisión, salvo la esperanza.
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