"Soy las huellas que ya he pisado".
Un resplandor a lo lejos confunde
los pasos derruidos del que una vez fue,
pero ya muere, entretenido, lejano de sí,
en la más pura incertidumbre del silencio
aquel soñador que nunca despertó de la derrota.
"Soy las huellas que ya he pisado".
Un resplandor a lo lejos confunde
los pasos derruidos del que una vez fue,
pero ya muere, entretenido, lejano de sí,
en la más pura incertidumbre del silencio
aquel soñador que nunca despertó de la derrota.
Se han puesto de moda los libros canónicos, esos que se titulan así: “Las 1001 mejores películas de todos los tiempos” o “Los 1001 mejores libros” o “Los 1001 mejores discos”, etc. Está claro que la cultura se puede catalogar, clasificar por géneros, años, orden alfabético… Pero todo esto viene de mucho antes, desde la historia misma de
siempre salta la sangre
el dolor
amanecer de batallas
la herida improbable
el amor
siempre mueren las esperanzas
Este lunes se estrenó en Telemadrid el informativo “Diario de la noche”, dirigido y presentado por el escritor Fernando Sánchez Dragó. Todos los que pudimos ver este espacio nos dimos cuenta de que todavía se pueden hacer informativos plurales, objetivos, de rigor y con calidad. El programa comenzó con una entrevista, la primera tras un largo secuestro de 532 días, a la víctima de ETA José Antonio Ortega Lara. Ésta, ni mucho menos, fue tendenciosa, sino que se dirigió más a los aspectos personales de la vida de Ortega Lara, su experiencia en el zulo, su relación con los secuestradores, la soledad o la angustia de pensar que nunca saldría de allí, aunque, también declaró, como es lógico, después del sufrimiento que padeció, la negativa a negociar, bajo ningún concepto, con los terroristas, algo que él mismo le expresó, nada más salir de su prisión oscura, al Ministro de Interior de aquel momento, Jaime Mayor Oreja.
La información, a menudo, se cuenta subjetivamente, según los intereses particulares del medio, ya lo dijo McLuhan, “el medio es el mensaje”, por lo que un informativo de estas características merece una celebración. Está en la línea de Larry King en
La tarea del periodista nunca ha sido fácil, lo hemos podido ver en la magnífica película “Los gritos del silencio” (Roland Joffé, 1984) o en la actual “Buenas noches y buena suerte” (George Clooney, 2005), por poner dos buenos ejemplos cinematográficos. El periodista da cuenta a la opinión pública de la realidad, de lo que pasa en el mundo. El medio televisivo, donde la imagen es la protagonista, influye enormemente en la opinión pública, pongamos otro ejemplo fílmico, “Network: un mundo implacable” (Sydney Lumet, 1976), donde el presentador de un informativo anuncia en directo su premeditado suicidio, y se produce un caos sensacionalista en el público que queda eclipsado ante una nueva forma de hacer televisión. Sin duda, el sensacionalismo es lo que más vende, los “reality shows” están a la orden del día, no merece la pena poner ejemplos, pues todos, desgraciadamente, conocemos, e incluso, a veces, vemos ese tipo de programas por pura morbosidad y condición de “voyeur”. El género humano es así. No hay más remedio que reconocerlo, aunque, no por ello, animarlo.
Por suerte la prensa, la radio, la televisión, y ahora Internet, nos ofrecen la posibilidad de acceder a la información de calidad, aunque sea en contadísimas ocasiones. Y, como vengo expresando, una de ellas se ha materializado en “Diario de la noche”, y su conductor, Fernando Sánchez Dragó, que como Machado, lleva en sus venas gotas de sangre jacobina, además de viajero y escritor, es un excelente periodista, siempre lo fue, no ha sido ahora, pues lo ha hecho casi todo: “corresponsalías para
Por eso hemos de celebrar un programa así, un informativo que concluye, como ocurrió la noche del martes, con su presentador recitando un soneto de Lope de Vega y donde el deporte, el sensacionalismo barato, las noticias de patio de vecinas han perdido su trono. Como ha escrito Theodor Adorno “opinión es la posición, siempre acotada en cuanto válida, de una consecuencia subjetiva, restringida en su contenido de verdad”. Ninguna información es puramente objetiva, eso es sencillamente imposible, pero la opinión no es sólo hablar por hablar sino que merece un criterio, talla intelectual y, sobre todo, capacidad razonadora de la que Sánchez Dragó siempre nos ha dado un claro ejemplo de ello tanto en su persona como a través de sus invitados, de tendencias y modos de pensamiento simétricamente opuestos pero necesarios en todo ejercicio dialéctico, así hemos visto pasar por sus programas anteriores a Santiago Carrillo, José María Aznar, Gustavo Bueno, Alfonso Guerra, etc. Por fin el espectador se siente respetado porque se le reserva su capacidad de juicio y no se le condiciona hacia ningún terreno ideológico. Por tanto, le deseo toda la suerte a una de las voces más importantes y necesarias del pensamiento español contemporáneo. Seguro que la tendrá.