El amor es una rosa cuya emoción tratamos de repetir en su ausencia queriendo hacerla real pensando en ella, la necesidad de conquistar su olor, su forma, su belleza, es lo que nos lleva a reconstruir en la memoria una sensación cuya intensidad se eleva al impulso y placer que la motivó. Esa búsqueda quimérica conforma el espíritu romántico del individuo según la capacidad de idealización de una sensación que está ausente y sólo tenemos como instrumentos de restauración la memoria y la experiencia para reconocerla, darle forma y vida dentro de nosotros mismos. Cada uno recrea la visión de su propia rosa y la emoción que ante ese encuentro produjo el placer y el sentimiento de no dejar de olerla.
lunes, 27 de noviembre de 2006
Rosa
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
4 comentarios:
La rosa se repite cada pero el amor... Es una pregunta que se formula en cada esquina.
Saludos
Cada año, cada año, (se quedó mutilado lo anterior)
Por qué será que las rosas son siempre irrepetibles y únicas. Pueden ser parecidas pero siempre podemos encontrar diferencias.
Evocar el olor es sentirlo y sentir e s vivir
Cielos santo es lo más cochambrosamente cursi que he leído en toda mi vida, relamido hasta la baba (boba), obvio y zafio por mucho que lo envuelva en esa jerigonza absurda y obsoleta. Salga más a los bares, hombre, y déjese de tanta rosa.
Publicar un comentario