Hace
unos días pudimos ver en la Puerta del Sol de Madrid la multitudinaria
manifestación convocada por la fuerza política “Podemos”. Recordó a aquellas
reuniones masivas del 15-M, donde los gritos por el cambio, contra el
bipartidismo esa “casta” política actual que nos gobierna por turnos, nos
inspiraban y hacían reflexionar sobre qué sistema estamos alimentando y si es
viable un cambio de rumbo en España que resulte sustancial e ilusionante. Volví
a recordar el famoso libro ¡Indignaos!,
de Stéphane Hessel, creyendo en una transformación verdadera, en la
participación y el compromiso ciudadano. Valores que, por supuesto, no
pertenecen a un único partido, sino a un pueblo. Y ha de ser el pueblo el que encuentre
a sus dignos representantes, confiando siempre en que los ideales, los sueños,
la utopía… no son ingenuidad, sino la premisa más realista que existe para un
cambio. Como escribió Hessel: “Buscad un poco, encontraréis. […] La peor actitud
es la indiferencia”. No podemos, pues, tirar la toalla de nuestra libertad y
hemos de sentir, sobre todo, que es posible lo imposible. Al igual que en el
ámbito de la fe, creer es una acción adecuada: una creencia llena de esperanza.
De esta manera puede suceder lo que ahora necesitamos, una revolución pacífica,
una vuelta al control del pueblo de su propio destino. Recordemos de nuevo las
palabras de Hessel: “Hay que dotar a la esperanza de confianza, la confianza en
la no violencia.” Esa es la clave de nuestra evolución como especie, para que
podamos llamarnos civilización en su sentido más legítimo, “la confianza en la
no violencia”. Esa ha de ser, sin duda, la única y verdadera fe que nos ha de unir
y mover siempre.
La Tribuna de Albacete, 4-2-2015