Cuenta el mito que Europa fue
raptada por Zeus tomando la forma de un toro blanco. La forma de un dios no era
suficiente para seducirla, tal vez se asustaría ante semejante figura olímpica.
Un toro, sí, un toro, era algo menos peligroso de acercarse; así que quedó
tumbada sobre él. Y él se la llevó. ¿Está sucediendo lo mismo ahora? ¿Alguien
que no sabemos, quizá un dios disfrazado está secuestrando a Europa? Más allá
del mito, Europa atraviesa un período donde su unidad, quizá forzada desde la
caída del muro de Berlín, está siendo puesta en peligro. Unidad cuyo lazo es
monetario, algo que por otro lado suena a construir castillos sobre un puente.
Cabe plantearse, entonces, qué une verdaderamente a Europa, y, más allá de las
fronteras, pues realmente no es el tema Europa, qué nos une como pueblo, como
sociedad? Una de las cuestiones fundamentales es ver dónde y a quién hemos
delegado nuestro destino individual y social. Darse cuenta hasta qué punto
somos gobernados por una voluntad que, incluso, parece ser ajena a nosotros. La
pérdida de libertad ocurre también cuando quien la tiene no hace uso de ella.
La individualidad es la gran responsabilidad de la libertad moderna y hemos
convertido esa herencia en un lastre casi insoportable.
El filósofo español José Ortega y
Gasset, en su obra todavía moderna “La rebelión de las masas” define al Estado
de la siguiente manera: “una creación humana inventada por ciertos hombres y
sostenida por ciertas virtudes y supuestos que hubo ayer en los hombres y que
puede evaporarse mañana”. De esto, además, señala Ortega, es de lo que no nos
damos cuenta. De la fragilidad de algo que damos por inquebrantable. Un Estado
que nos tutela y nos quita la posibilidad de un verdadero crecimiento cívico.
El Estado, hoy en día, simplemente nos ahorra el derecho de ser responsables y
comprometidos con nosotros mismos y con la comunidad. La tutela del Estado nos
incapacita para pensar por nosotros mismos; y cada vez estamos más absorbidos
por ese mundo de apariencias consumibles. El “hombre-masa” de Ortega también se
puede llamar mejor ahora “homo consumericus” de Lipovetsky, donde, a mi
entender, la cultura del consumo ya no es sólo de bienes materiales, sino de
tiempo. El verdadero problema es que hemos vendido el tiempo como quien vende
su alma al diablo. Hemos dejado que el tiempo se consuma banalmente. La fiesta
del fútbol –por ejemplo- es una de tantas tragedias de la razón y del espíritu.
No el deporte en sí, no el disfrute del juego, sino la importancia que le
damos, el valor trascendente que otorgamos a un espectáculo, a fin de cuentas.
Los valores de una sociedad se
miden por sus acciones. Allí donde ella participa activamente es donde tiene
puesta su atención. Los valores puestos del revés, la religión del consumo
frente al desinterés humano por lo verdaderamente importante resulta una
evidencia histórica. Frente al relativismo de los valores nada se puede decir,
nadie tiene la verdad en cuanto a la consideración de qué es lo importante. Y,
por tanto, sólo queda pagar las consecuencias de nuestra propia libertad. Esta
es la responsabilidad que antes o después nos exhorta a reaccionar. Si la
crisis tiene un significado, de nada nos sirve el mirar para otro lado. El Estado,
creo, sin embargo, aunque lo obviemos y nos obvie, no deja de ser un reflejo de
la sociedad. La gente no quiere saber nada de él, ni él de la gente. El hombre
desea consumir su tiempo y un país cada día se parece más a un enorme
supermercado. Y creo que sólo hay un camino adecuado actualmente, nadar
contracorriente. Sólo así pueden surgir nuevos valores, no dejándonos arrastrar
por la corriente de la indiferencia. Una rebelión, una verdadera revolución, la
que quizá todavía no ha sucedido nunca y tengo la esperanza de que pronto
llegará, no podrá ser violenta, no propiciará ningún conflicto hiriente. Una
verdadera revolución, nacida primero en el interior de cada hombre, será de
conciencia, de lucidez, de auténtica claridad mental y espiritual. Sólo así
estaremos preparados para enfrentar nuestros destinos, no desde la confusión o
el caos, sino desde un profundo convencimiento de que cualquier paso que demos
será el correcto, de que reflejará nuestras voluntades, sembrando las semillas
que hemos decidido poner, recogiendo los frutos que esperamos ver crecer.
Siendo partícipes y creadores responsables de nuestra realidad en todo momento.
Diario La Verdad, 17/06/2012
1 comentario:
...traigo
ecos
de
la
tarde
callada
en
la
mano
y
una
vela
de
mi
corazón
para
invitarte
y
darte
este
alma
que
viene
para
compartir
contigo
tu
bello
blog
con
un
ramillete
de
oro
y
claveles
dentro...
desde mis
HORAS ROTAS
Y AULA DE PAZ
COMPARTIENDO ILUSION
JOSE MANUEL
CON saludos de la luna al
reflejarse en el mar de la
poesía...
ESPERO SEAN DE VUESTRO AGRADO EL POST POETIZADO DE BAILANDO CON LOBOS, THE ARTIST, TITANIC SIÉNTEME DE CRIADAS Y SEÑORAS, FLOR DE PASCUA ENEMIGOS PUBLICOS HÁLITO DESAYUNO CON DIAMANTES TIFÓN PULP FICTION, ESTALLIDO MAMMA MIA,JEAN EYRE , TOQUE DE CANELA, STAR WARS,
José
Ramón...
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