miércoles, 17 de septiembre de 2014

La voz del pueblo


Ya parece que pasó el tiempo de la indignación, los fulgores del famoso 15-M español, la búsqueda de un cambio social en comunión pacífica y asamblearia. Volvemos al tiempo del conformismo, de mirar para otro lado, permitiendo los abusos del poder a cambio de casi nada. Pero eso es el conformismo, afirmar que casi nada es ya más que nada, y sentirse pagado con eso. Creo, como los ascetas cristianos o los budistas, que “no es más rico el que más tiene, sino el que menos necesita”, pero hay límites que ponen en tela de juicio toda ascética mundana, cuando se atraviesan regiones que atentan contra la dignidad humana y simbolizan cánticos hondos de injusticia. Mientras en los medios se homenajea a banqueros que lo dieron todo por su país, pero que jamás perdonaron un céntimo de euro a quienes incluso tuvieron que dejar su casa, embargada, y sin ser beneficiaros de esos generosos mecenazgos sobre los que tantas crónicas se redactan. Vivimos en un país donde los héroes han sido sus más claros verdugos, no en términos de macroeconomía y comercio internacional, sino en términos de llegar a fin de mes y comprar el pan de cada día. Por eso, la sociedad necesita volver a retomar el poder que emana de ella misma, no para hacer abuso de él, como hace el gobierno o los banqueros, sino para demostrar que todavía existen valores de solidaridad, generosidad o justicia social; y para hacer cumplir esos valores. Y todo eso pasa por una nueva indignación y un ímpetu rebelde sin titubeos. Pues es necesaria una rebelión, ante esta sumisión involuntaria, una voz unánime, ante esta voz ensordecedora del poder que cada día nos impide escuchar nuestra propia voz. La voz del pueblo.

La Tribuna de Albacete, 17-9-2014

jueves, 4 de septiembre de 2014

Cien años tras la Gran Guerra


En este año 2014 se cumplen cien años del inicio de la Primera Guerra Mundial, aquel conflicto bélico que impregnó de horror a todo el planeta. El siglo XX fue un siglo marcado por la guerra, y nos debe hacer reflexionar cada día sobre las consecuencias fatales de tales conflictos globales, teniendo en cuenta que a día de hoy existen más de 50 millones de refugiados, personas desplazadas a causa de conflictos armados, siendo Siria el país que más sufre esta situación actualmente con cerca de 9 millones de refugiados. Por ello, es necesario concienciarnos y actuar continuamente para que los estados poderosos intenten mediar de una manera pacífica y humanitaria, dejando atrás sus propios intereses políticos y las soluciones bélicas con que suelen entrar a moderar, añadiendo si cabe más fatales consecuencias a las situaciones críticas con que se enfrentan. Pero parece quedar lejos esta utopía pacifista cuando sabemos que el 40% del gasto mundial en armamento corresponde a Estados Unidos (le siguen de lejos China, Rusia y Reino Unido), aunque hay que apuntar que tales presupuestos han bajado últimamente, debido a la crisis económica. Los últimos datos nos reflejan un gasto mundial al año de 1,75 billones de dólares en armas, lo que supone el 2,5% del Producto Interior Bruto del planeta. Un gasto superior, por dar otro dato más, al registrado durante el fin de la Guerra Fría. Una situación, por tanto, que simula un campo de batalla, un gran desfile armamentístico que, sin embargo, no nos ha de hacer olvidar –con esperanza- que la paz es posible, comprendiendo que esa es la única y verdadera victoria digna de ser celebrada.

La Tribuna de Albacete, 3-9-2014

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